miércoles, 31 de diciembre de 2008

CON CONSERVANTES Y COLORANTES

Allí estaba yo, atendiendo a aquella clienta que acababa de pedirme un zumo de melocotón y orgulloso de poder servirle una de esas marcas que dicen tener un setenta por ciento de zumo natural y, aunque soy escéptico ante la publicidad, debe ser verdad, porque la clienta en cuestión, para mi estupefacción, volvió a la barra quejándose de que aquel zumo de melocotón “sabía demasiado a melocotón”. Pensaba reprimir la frase que se me antojaba soltar pero, teniendo en cuenta que algún que otro conocido político ya la hizo popular, pues eso… “¡Manda huevos!”. La manufactura es lo que tiene.

Las generaciones del CD son también las de los conservantes, colorantes y aditivos. Sucedáneos, pigmentos, pseudónimos, edulcorantes, artificios, súper ventas, playbacks, remakes, secuelas, precuelas, fusiones, confusiones, versiones y perversiones. Vivimos en el mundo de “cualquier parecido con lo natural es mera coincidencia”, donde poco a poco nos han ido cortando la vida como quien corta cocaína, aumentando el porcentaje de torrefacto y disminuyendo, cada vez más, el tueste natural, acostumbrándonos al sabor de lo insípido, habituándonos a los substitutivos, hasta que un auténtico huevo de granja frito nos resulta demasiado espeso, una playa con algas nos parece sucia, una canción solo nos gusta después de oírla en la radio cuarenta veces y de una película con trama y estructura original decimos que es “rara”.

Somos tan fácilmente maleables, que a las grandes firmas les resulta mucho más barato, y por lo tanto beneficioso, vendernos paja con una bonita etiqueta y sacrificar la calidad a favor de la cantidad. Cuando el mercado está habituado al pseudo sabor, las empresas vuelven a lanzar el mismo producto añadiendo un ligero toque de sabor ahumado y lo venden como “auténtico pan de horno de leña”, “auténtica lechuga de huerta”, “auténtica miel de granja”. De repente, la palabra “auténtico” cotiza al alza, mientras que la verdadera autenticidad sigue guardada en algún cajón de nuestros recuerdos más ocultos. Lo mismo ocurre con cualquier otro aspecto vendible de nuestras vidas: unas imágenes grabadas por un video aficionado, con una cámara casera, sube a las carteleras como “la última innovación en cine”; un concurso banal, en el que los participantes no tienen que demostrar nada más allá de su falta de principios, se disfraza de “experimento sociológico”. Las patatas dicen saber a jamón, el jamón viene envasado en plástico y el plástico… bueno, el plástico siempre será plástico, de eso sí que podemos estar seguros.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Vivan las fotos en papel!, que con tanta tecnología y retoques se ha perdido la espontaneidad del instante en que la cámara dispara. Yo, particularmente con la tontería de pasar las fotos al ordenador, nunca encuentro tiempo de pasarlas a papel, y claro, mi ordenador que el pobre es algo prehistórico muere cada dos por tres y al formatearlo pierdo todas las imágenes. Y luego si ese día (el día que me hacen la foto), tengo un chichón, pues con el programita lo disimulo y ¡mira tu que bien! (y ya puestos, pues me pongo un poquito de más sombra, quito alguna arruguilla, algún molletito de la postura...total, que salgo hecha una artista de cine. Por no decir que hasta puedo eliminar de la imagen al indeseable de turno...). Pero claro, haciendo eso, resulta que luego no podré comentar: "mira el chichón que tengo en esta foto, es que con las prisas de que me llamaron al porterillo porque esperaba a unos amigos, me pillaron limpiando la ventana, levanté la cabeza de golpe, y ya ves, tres puntos que me dieron, pero luego me lo pasé genial. Y este que ves aquí, era un colega de mi amigo Juan, que pilló una cogorza y ¡vaya calor que me dió toda la noche!". Al borrar esos simples detalles, tambien borramos recuerdos de días que, si tomamos alguna instantanea era porque seguro que era algún acontecimiento especial. Así que, Lucky, me uno a ti, prefiero ojear un álbum de fotos de esos de toda la vida, pasar todas sus páginas una por una, porque hasta el "indeseable" me resultará anecdótico y no dejará de ser al fin algo que pasó en mi vida seguro digno de recordar. Y si lo ojeo, mientras me voy comiendo un bocata de jamón sin plastificar, con auténtico aceite de oliva y una buena cervecita (nada de 0,0, o con limón, que eso son mariconadillas) mejor que mejor. ¡FELIZ AÑO VENIDERO! (comeré uvas de toda la vida eh? con pepitas, piel y todo, total, son las únicas que como en todo el año...casi como el jamón.)

Fdo. Antonia.

Anónimo dijo...

Si, Lucky ,parece que volver a lo de antiguamente está de moda ...
Los sabores la música rescatar viejos cuentos , recuperar y restaurar eso muebles de los abuelos...
Faltas de ideas quizás? no sé, creo que mas bien añoranzas.
Recordamos los sabores de esas meriendas, pozas con aceite , pan con chocolate , pan y uvas ..
y que me decís de la música con sus maravillosos recuerdos de momentos nunca olvidados ...
¡¡¡Ay!!! aquellos maravillosos años de JUVENTUD .

Que suerte haber podido disfrutar de los sabores AUTENTICOS .

********** Feliz año a todos *******

Me gustan las tradiciones de mi tierra y también tomaré esas uvas con piel y pepitas e intentare comerlas antes q termina la última campanada :)
y brindaré por el Año Nuevo

Un regalito en forma de canción para todos

I Say A Little Pray For You - Aretha Franklin

http://www.goear.com/files/sst2/9f1b5e287234e073139846f99cdd9d35.mp3

Pilar