viernes, 17 de diciembre de 2010

ADIOS, MAESTRO EDWARS

Blake Edwar:
Desayuno con diamantes, La Pantera Rosa, 10 La mujer perfecta, El Guateque, Una cana al aire…

Nos ha dejado un genio del cine. Escritor, guionista, productor, director… Pero sobre todo, maestro de maestros, que influyó de tal manera, que seguimos viendo su mano en muchos cineastas actuales.

Se nos ha ido uno de los grandes. Capaz de hacer reír con tal sencillez, que ha nadie se le ocurría antes que a él, pero capaz también de hacernos sentir y pensar al mismo tiempo. Capaz de crear un gag con un zapato que se cae al agua, rematarlo y volverlo a rematar… “pero sabiendo ver donde empieza la exageración”, como él mismo decía.

Se ha muerto un creador, que supo contar historias tórridas de manera que fuesen para todos los públicos, y elevar lo más inocente al nivel de la irreverencia. Capaz de homenajear al cine mudo, al mismo tiempo que le daba el protagonismo a unas notas musicales.

En una ocasión, cuando un periodista le preguntó “qué es un gag”, se quedó unos segundos en silencio, y después, mirando seriamente al periodista, le contestó… “¿Usted es tonto?”. A las risas del periodista, Edwar le aclaró… “¿Ves? Esto ha sido un gag”.

Blake Edwar nos regaló momentos inolvidables. Unos llenos de humor, otros impregnados de esa sensualidad sugerente que no todos se atrevían a incluir en sus películas. Hizo muchas cosas, todas las hizo bien, y ayer se nos fue. Ya sé que va a sonar a tópico pero, quienes amamos el cine nos quedamos un poco huérfanos.

Nos quedan sus películas, su recuerdo, y la seguridad de que, si no existe un más allá, alguien tendría que inventarlo para él. Eso sí: ojalá le permitan, al maestro, diseñar este más allá. Seguro que así es mucho más divertido.

© Lucky Tovar

lunes, 8 de noviembre de 2010

FULATINO por mi padre, DE TAL por mi madre

El Congreso está estudiando la posibilidad de cambiar la política de registro, y acabar con la obligatoriedad de utilizar primero el apellido del padre y después el de la madre. Esto traerá consigo muchas más consecuencias, positivas o negativas, de las que se me puedan llegar a ocurrir. Como no es cuestión de ponerme a indagar más de la cuenta, y además no me apetece, me ceñiré a lo que alcanza mi limitado conocimiento.

Es muy posible que la mayoría no nos paremos a pensarlo pero, eso de los apellidos, y el orden hasta ahora establecido, no responde a ningún capricho, sino que obedece a la necesidad de tener fácil acceso a la información más básica de todo ciudadano. ¿Por qué poner primero el apellido del padre? Está claro que esta ordenación se creó en una etapa de nuestra historia en la que era evidente la supremacía del hombre sobre la mujer.

¿Machismo? Bueno… habría que plantearse si se puede llamar machista a una postura tomada cuando aún no existía ese concepto. El hecho de tachar de sexistas a personajes de una época tan lejana, no deja de ser un acto de anacronismo retroactivo. Está claro que hay errores que, conscientes o no, hay que subsanar de la mejor manera posible. También está claro que el cambio de normativa en cuanto al registro de recién nacidos, podría conllevar una importante pérdida de esa facilidad de acceso a la información de la que hablé antes.

A lo mejor tenemos que plantearlo de otra forma. A lo mejor es que no nos damos cuenta de que estamos llegando a ser, valga la expresión, más papistas que el Papa. A lo mejor no nos estamos dando cuenta de que, lo que deberíamos medir no es la intención con que se tomaron ciertas decisiones, sino la intención con que miramos, hoy día, esas decisiones. Incluso admitiendo el machismo de quienes decidieron anteponer el apellido del padre al de la madre, me parece mucho más positivo tener en cuenta que dicha decisión, ya no supone, hoy día, ningún agravio sexista.

El cambio propuesto al Congreso consiste en la posibilidad de utilizar el apellido del padre o de la madre, según decisión de ambos. Si no se ponen de acuerdo, se utilizará el orden alfabético. Lo siento por los Zamorano, Zaudín, Zalamea… apellidos que se perderá, en pocas décadas. Perdida de información, desaparición de apellidos… son solo dos de los muchos puntos de vista desde los que se puede mirar la propuesta que se discute en el Congreso, pero hay otro, aún más a tener en cuenta: ¿qué tal si discutimos esos asuntos cuando no haya otros mucho más importantes para nuestro futuro?

© Lucky Tovar

jueves, 26 de agosto de 2010

ACCIÓN DE GUERRA

En Afganistán, un infiltrado en las fuerzas militares españolas, haciéndose pasar por conductor, mató a tiros a dos miembros de la Guardia Civil y a un traductor civil. Tres víctimas más del conflicto afgano-talibán. Tres vidas sesgadas en lo que el gobierno español ha llamado “atentado terrorista”.

Ahí estaba Rubalcaba, en vez de Carmen Chacón. El Ministro de Interior, en vez de la Ministra de Defensa. El que manda en las fuerzas de seguridad, en vez de la que manda en el ejercito. Ahí estaba, contándonos que “el terrorista sabía muy bien lo que hacía y actuó de forma premeditada”. El mismísimo Perogrullo, en persona, estaría muy orgulloso de las palabras de Don Alfredo Pérez (Rubalcaba).

Y es que nuestro gobierno sigue negando que lo de Afganistán sea una guerra. Lo pueden decir USA, Reino Unido y hasta los hobbits de La Comarca. Los ZPistas no se dan por enterados, o por vencidos, y siguen queriendo disfrazar lo indisfrazable. Claro, eso pasa cuando ganas unas elecciones apoyándote en un atentado terrorista, el de Atocha, que ese sí que lo fue. Pero lo de Afganistán está tan claro, que resulta cómico mentir de esa manera.

Fuerzas militares de varios países, entre ellos España, participan en un conflicto fuera de sus fronteras. No hablamos solo de cascos azules, sino de infantes de marina, guardias civiles, legionarios… Vamos, lo que viene siendo una guerra. Lo que pasa es que los ZPistas han sacado tanto rédito político de otras guerras, que ahora les da vergüenza admitir que participamos en una.

Pero la vergüenza era verde, y se la comió una vaca. Ya no vale negarlo, ya no sirve ningún tipo de pudor. Ya es hora de que se vistan con la presencia política de la que presumen, hagan gala del valor del que carecen, y llamen a las cosas por su nombre. España participa en un conflicto bélico, fruto del cual, un soldado enemigo ha matado a tres españoles en una acción de guerra.

Se llama así, acción de guerra, y no atentado terrorista, por mucho que lo anuncie Rubalcaba en vez de Chacón. Se llama acción de guerra, porque es una guerra lo que hay en Afganistán. Una de esas guerras que sirvió a ZP y sus ZPistas para rellenar medio programa electoral improvisado. Como dicta la hipocresía política y el cinismo ZPista, hay guerras aceptables y guerras inaceptables. España sigue en Afganistán, y toda aquella movida intelectualoide, que lo llenaron todo de pegatinas, caen en la cuenta de que la frase de estas pegatinas no estaba completa. Deberían haber escrito “NO A LA GUERRA Excepto las bendecidas por ZP".

© Lucky Tovar

martes, 3 de agosto de 2010

EL DESNATURALIZADO NATURISMO

Anoche vi, en la tele, a una señora defendiendo el nudismo como práctica naturista. Decía que “el naturismo es la comunión total con la naturaleza, desechando todo lo artificial”. Si no lo entendí mal, los naturistas pretenden volver a los valores puros, a las formas de vida basadas en reacciones naturales, alejadas de tabúes y prejuicios. Si es así, supongo que no verán con malos ojos que, si uno entra en una zona nudista, el cuerpo actúe de forma natural, sintiendo como fluyen las reacciones químicas propias de nuestra sexualidad, y dejándose llevar por los consiguientes instintos básicos. Nada más natural.

Pero no. El naturismo del que dicen hacer gala la mayoría de naturistas, es de bolsillo (bonita ironía), de presuntuoso escaparate y oda al esnobismo. Cada vez que surge el debate, más nos damos cuenta de que, toda esa movida modernoide, no es más que un ejercicio de incoherencia ejercida por un puñado de aburridos a quienes no se les ocurre nada mejor que hacer. Ya no recuerdan que la maravillosa ciencia textil nos regaló el sujetador para que las mujeres no sufrieran tanto de la espalda, y los calzoncillos para que no fuéramos por ahí golpeándonos donde más duele.

A mí, personalmente, me da igual que se desnuden en la playa, como si quieren ir en el metro como vinieron al mundo, pero nunca me sentaré donde lo hayan hecho ellos, por una simple cuestión sanitaria. Por muy limpitos que vayan, el cuerpo segrega sustancias que suelen ser absorbidas por la ropa, lo cual hace que la convivencia, en zonas comunes, sea mucho más higiénica. Claro que, puestos a ser naturistas, dejémonos infectar, alimentemos a esos pobres y microscópicos seres vivos que forman parte de la naturaleza. ¡Abajo los antibióticos, viva el despelote natural!

© Lucky Tovar

lunes, 12 de julio de 2010

FÚTBOL 1, PATADAS 0

Cuentan los entendidos, que el flamenco estuvo a punto de desaparecer, tragado por el olvido y blindado por los puristas. Dicen otros entendidos, que lo mismo pasó con el blues, la música celta, y otras raíces musicales. Cuentan, con estupor, que cada folclore moribundo suele renacer en países ajenos. Los franceses y japoneses nos hicieron acordarnos del flamenco, los europeos refrescamos la memoria de los yankis sobre su blues…

Cuentan los expertos, que el estilo de nuestra selección nacional de fútbol sale directamente del Barça, y que este lo heredó de un tal Cruyff, y de la “escuela holandesa”. Parece ser que, una vez más, un país pierde sus raíces en el olvido, y tiene que ser otro país quien se las recuerde.

En este caso, los desmemoriados recibieron muy mal la lección de historia. De hecho, la recibieron a patadas. Que solo faltó que Doña Sofía fuera al baño y el príncipe ese de Holanda le pusiera la zancadilla. Tirando de tópicos nacionales, algo tan delicado como el tulipán, machacó los tobillos, las rodillas y hasta el pecho, de un toro.

Cambian los tiempos, y con ellos, descubrimos la estupidez del tópico. El bravo animal, de afilados cuernos y furia incontenible, se mostró como estilista del deporte rey, haciendo arte de algo tan básico como jugar con un balón. Mientras, la finura de la flor, se defendió a base de patadas, con el beneplácito de un árbitro inglés que no quiso ver la brutalidad de algunas acciones que, más que tarjeta roja, casi merecieron cárcel.

Ahora sí que nuestros futbolistas pueden decir aquello de que el fútbol es así. Es así, tal como le hemos enseñado a una panda de naranjas agrias, que creyeron poder desmoralizarnos con recursos mezquinos, a falta de argumentos futbolísticos. En la final, los nuestros echaron de menos la nobleza de los alemanes, pero también echaron de menos que, entre cuatro colegiados, hubiera, al menos, un árbitro.

España es campeona del mundo de fútbol, y merecen que les dedique "La canción de la semana" (más abajo). Holanda fue el capo de los gansters de la deportividad, y solo merecen el olvido. Orange tenían que ser.


©Lucky Tovar

lunes, 5 de julio de 2010

CINEMA TOMARES. El último de los auténticos

Una cosa es ver cine, y otra muy distinta es ir al cine. Yo me quedo con la segunda. Me quedo con la ceremonia ancestral de asomarse a la ventanita de la taquilla, buscar un buen sitio donde sentarme, esperar la señal de las luces al apagarse… Creo que es la única ocasión en que una luz anuncia algo apagándose, no encendiéndose. Me quedo con la penumbra de la sala, con esa textura de imagen que ningún súper televisor ultramoderno podrá igualar jamás. Me quedo con el olor a palomitas y pipas, con el tenue sonido del proyector cuando estás muy cerca.

Cuando voy al cine, no solo veo la película. Cada vez que me acomodo en mi butaca, vienen a mi mente mis primeras visitas a esta mágica linterna de ilusiones ópticas. Me asaltan recuerdos de cuando volvíamos a casa emulando a Bruce Lee. Recuerdo a Johnny Weissmuller, único y verdadero Tarzán, y a la Brooke Shields de mis primeras fantasías ¡Quién hubiera nadado con ella en aquel lago azul! Cuando voy al cine, solo existe el cine, durante la película y unos minutos después. No hay timbres ni teléfonos, ni zapin… ni falta que le hace. Cuando voy al cine, solo voy al cine.

No suelo alardear de las ventajas de vivir donde vivo, pero hay algo en este pueblo, muy por encima de todo eso que algunos llaman calidad de vida. Renta per cápita, servicios municipales, seguridad, situación geográfica… Todo palidece ante, lo que yo considero, la gran ventaja: tenemos cine de verano. Tenemos ese lugar donde se crea una especie de micro clima, que hace que me olvide de los julios y agostos de este sur tan caluroso. Tenemos ese sitio donde aún puedes recuperar la ocasión de ver lo que, merced a los precios de los multicines, te perdiste en invierno. Tenemos cine bajo las estrellas, y Los Pekenikes sonando mientras espero que comience el show. Tenemos el último reducto de emoción veraniega, que algunos esperamos durante nueve meses.

El cine de verano de mi pueblo, el de Rafalito de toda la vida, es el fruto del amor de una familia por el arte de hacer disfrutar a los demás. El Cinema Tomares es esa fuente de recuerdos que no quiero olvidar, porque me gusta conservar en la memoria el sitio en que creció mi amor por el cine. Me gusta recordar como iba creciendo el largo de mis pantalones, y el de mi barba, mientras desayunaba con diamantes, o atravesaba el cuerpo humano en un viaje alucinante, o me dejaba seducir por la Señora Robinson. Me gusta perderme en el gigantismo de una pantalla que le da significado a la expresión “7º arte”. Pero además, me gusta conocer a la taquillera, y que me pregunte por mis hijos. Me gusta masticar chuchearías que solo mastico en mi cine de verano. Y sí… me gusta el “visite nuestro bar”, y los cortes para cambiar de bobina, y todas esas cosas de las que se queja ese pseudo-intelectualoide barato, que seguro que creció en una de esas grandes urbes donde no saben distinguir entre ver cine e ir al cine.

Muchas veces, querido Rafael, te lo he dicho en persona. Permíteme que lo haga ahora desde esta humilde tribuna, donde derramo mis inquietudes. Muchas gracias, Rafael, por mantener viva esa llama, a pesar de que no es, precisamente, lo que muchos llamarían “rentable”. Mientras unos miden la conveniencia de su trabajo por el rasante del dinero que deje en sus carteras, tú sigues mirando la rentabilidad anímica, el rédito de felicidad propia y ajena, el beneficio de echar un buen rato en el último auténtico cine de verano. Gracias, y que sea por muchos años.


©Lucky Tovar

viernes, 2 de julio de 2010

APARTAMENTOS BLANCOS. BANDERAS NEGRAS

Unos especuladores construyen bloques de apartamentos y hoteles en primera línea de playa ¿Por qué? Pues por que tienen salida. Por que siempre hay un buen puñado de adinerados comodones a quienes les parece ideal tener la playa ahí, a tiro de piedra. Es símbolo de alto lujo para esos esnobs con muchos recursos y poca idea de qué hacer con ellos. Cuanto más cerca del agua está su apartamento, más envidia sentirán sus conocidos, a quienes antes envidiaban ellos. Se trata de una escalada de violencia silenciosa. Una especie de guerra fría del “yo tengo más que tú”.

Pero, antes de seguir cayendo en la obviedad, concluyamos la historia. Los especuladores se llevan la pasta, los ricachones disfrutan de su presunción, y todos contentos. Pero la playa tiene sus propias reacciones. El mar también vive, habla, se manifiesta. El agua se ensucia, los peces mueren y el litoral cambia de color. Todo se contamina y, como consecuencia, ya nadie se puede bañar. Ni los ricos tontos de los apartamentos y hoteles en primera línea de playa, ni los lugareños de toda la vida. Mientras tanto, los especuladores siguen contentos, las construcciones siguen contaminando, los adinerados se bañan en las piscinas del club social, y los lugareños se quejan.

Al principio, todo estaba bien. Las obras daban trabajo, los trabajadores dejaban dinero en los negocios del pueblo, y este crecía. Al final, los compradores esnobs se cansan del lugar y venden sus apartamentos, a precios asequibles, a gente más de clase media, que no esperaban encontrarse con banderas negras en la playa. Todos terminan yéndose. El pequeño pueblo costero pierde su principal fuente de ingresos, con el que ya contaba antes de que llegaran los especuladores.

En reuniones sociales, de esas que tanto les gusta a los estirados con más pasta que materia gris, Mari Puky le cuenta a Chuluka lo bien que estaba esa playa al principio…
–Pero se puso súper asquerosa ¿Sabes? O sea, que ya no podíamos ni bañarnos.
La cosa tendría su gracia, si no fuera porque la mayoría de seres humanos no sabemos escuchar la voz del verdadero damnificado. Solo sabemos ver el telediario:

–Record de banderas negras en las playas españolas. Y ahora, información sobre el Mundial.


© Lucky Tovar

viernes, 25 de junio de 2010

LAS VERDADERAS VÍCTIMAS DE CASTELLDEFELS

Da igual la fiesta a la que se dirigían, la edad que contaban, la nacionalidad que tenían. En Castells de Fer, trece personas han muerto y otras catorce han resultado heridas. Treinta personas decidieron hacer caso omiso a las señalizaciones, a los avisos de precaución, a las prohibiciones. Treinta seres pensaron que era más importante llegar pronto a la fiesta, que mirar por su propia seguridad.

Un juez ha analizado la caja negra del tren. Queda más que demostrado que la velocidad del vehículo era inferior a la permitida, y que se emitieron las procedentes señales acústicas. El maquinista ha dado 0’0 en la prueba de alcoholemia y demás sustancias prohibidas. Una cadena prohibía cruzar por superficie, a los pasajeros, que cuentan con un paso subterráneo para franquear las vías. A pesar de todo, trece muertos y catorce heridos.

En la playa, la gente festejaba La Noche de San Juan. Seguramente muchos esperaban la llegada de otros amigos. Hogueras encendidas, música, fiesta… Pero los amigos no llegaron nunca, porque treinta personas siguieron la ancestral cultura del “no pasa nada”. Porque la estupidez humana nos hace llegar a niveles de egoísmo que nos impiden pensar en las personas que dejamos aquí. Porque la imprudencia nos convierte en una manada de ñus, atravesando todos juntos por el mismo punto del río. Con la diferencia de que el ñu necesita ver al cocodrilo para prever el peligro, y nosotros, se supone, ya sabemos que hay tren aunque no lo veamos.

Da igual la fiesta, la edad o la nacionalidad de las víctimas. Lo que importa es que la ligereza de treinta personas ha dejado muchas víctimas: familiares, amigos, y un hombre que realizaba su jornada de trabajo, y que tendrá que vivir condenado a recordar que, a pesar de haberlo hecho todo bien, atropelló a veintisiete personas.


© Lucky Tovar

miércoles, 2 de junio de 2010

EL DELINQUE-ARTE... que pin, que pan

Toda la vida buscando cómo buscarme la vida, y hasta ahora no he caído en que me equivoqué de dirección. Para ganarse el pan no hay que encontrar trabajo, sino delinquir. Pero no vale cualquier delito. Parece ser que lo que da resultado es pillarse una buena cogorza y conducir hasta que encontremos un control de la Guardia Civil. Una vez interceptado, no hay más que montar el circo, hacer el ganso, payasear… dicho sea con todos mis respetos al noble arte del payaso.

Es indispensable llevar un móvil con cámara de video, para poder colgar nuestra actuación en Internet. Una vez colgada la atracción del colgado, solo hay que esperar a que la vean los de alguna televisión como Cuatro, a la que no le importe ensalzar al delincuente. Incluso nos contratarán para hacer bolos en discotecas, tal como contó el tristemente famoso “Lacasitos” en el programa UAU, de la susodicha televisión de PRIZZA (PRISA+Tele 5).

Atrás quedó, olvidado por conveniencia, aquello de “no le rías la gracia al niño, que es peor”. Por algún extraño efecto de birli-birloque, condenamos los actos de un espontáneo en Euro-risión, festival en el que ya es vergonzosa la mera participación, pero reímos el esperpento de un delincuente, cuyo mayor mérito es poner en peligro la vida de otros conductores. Pero además, pagamos por verle escenificar sus hazañas.

Así pues, y visto lo visto, creo que la solución a las penurias económicas de muchas familias está muy clara. ¡Lancémonos todos a la infracción! ¡Todos a conducir borrachos, a increpar a las autoridades y a vanagloriarnos de ello en las redes sociales! Hay que ser consciente de la sociedad en la que vivimos. Si cada español cogiera una buena cámara de video, una buena borrachera, y un buen tramo de autopista con su buen control de alcoholemia, a todos nos irían mejor las cosas.

Eso de escribir, hacer películas, pintar o esculpir, fotografiar bonitos paisajes… Todo eso ya está más que caduco. Cuando ves a un joven visionando el video de “El Lacasitos”, y oyes su inmediato comentario (“¡quillo, que arte, su primo, su hermano!”) te das cuenta de lo que hay. Surge una nueva disciplina artística: el delinque-arte.

© Lucky Tovar

martes, 11 de mayo de 2010

LA INTREPIDEZ DEL IGNORANTE

Hace unos días tuve conocimiento de una de esas cosas que para otros sería desagradable, pero que a mí me la trae al viento: alguien dijo de mí que solo digo tonterías. No obstante, aunque me importe tanto como la depreciación accionarial de las empresas fabricantes de fundas para las puntas de cordones de zapatos, me ha parecido interesante que alguien me tenga tan presente.

Tontería: acciones, pensamientos o palabras propias de un tonto.
Siempre he pensado que hay que ser demasiado inteligente para llamar a alguien tonto, por lo que nunca me he atrevido. Teniendo esto en cuenta, me honra que alguien de tal inteligencia, esté pendiente de mis acciones, pensamientos o palabras.

La cosa se pone aún más interesante si tenemos en cuenta que, el tipo en cuestión, a penas me conocía de haberme visto dos veces, lo que me hace pensar que, además de una gran inteligencia, posee extremada perspicacia, habilidad mental y capacidad de análisis inmediato. Todo un portento de persona, casi un genio, pendiente de mí… ¡Ni que yo mereciera semejante atención!

“Este tío solo dice tonterías”, aseguró el ínclito. Alguna que otra vez he dicho aquello de que “el insulto es el recurso de quien no tiene argumentos”, pero este señor ha demostrado, a juzgar por su profunda reflexión, ser un dechado de virtudes, adalid del discernimiento, y con un basto conocimiento de la naturaleza humana. Tal atención recibida de alguien con semejantes dones, son de agradecer.

Así pues, gracias por tu esmero y vigilancia, amigo. Solo espero, desde la humildad del ignorante, que tengas a bien iluminarme con tu sapiencia. Siempre caigo en el error de creer que es mejor ir aprendiendo poco a poco, y mientras tanto, entretenerme diciendo tonterías. Antes defendía la grandeza de descubrir nuevos mundos a cada instante que paso conociendo a los demás, pero es mucho mejor lo tuyo… ¿no?

Hoy por primera vez, sin que sirva de precedente y aunque no me llamo Simón, me auto-dedico "La canción de la semana", que puedes ver más abajo.
Gracias pues, por tus sabias palabras, y que tengas mucha suerte.



© Lucky Tovar

miércoles, 5 de mayo de 2010

PRESUNTAS LIBERTADES: Día Internacional de la Libertad de Prensa

Ayer, martes 4 de Mayo, se celebró el Día de la Libertad de Prensa. Aunque hay temas de los que habría que hablar a diario, y no solo cuando toque su Día Internacional, me parece una buena ocasión para revisar como nos ha ido, en cuanto a información se refiere, desde que presuntamente somos periodísticamente libres. ¿Cuánto hemos ganado realmente? ¿Garantiza el hecho de que los medios puedan publicar libremente, que estemos bien informados? Cuando las libertades son manipuladas por quienes deberían velar por ellas, la cosa pinta mal, pero aún peor es que nos creamos beneficiarios de unas libertades que solo existen sobre el papel. No hay peor castigo que no saber que se es castigado.

La información está en manos de unos cuantos, a penas dos o tres grupos de presión que, en vergonzoso eufemismo, llamamos grupos mediáticos. Pero para eufemismo hipócrita, el que estos medios utilizan, llamando “línea editorial” a lo que siempre se ha llamado “dejarse untar”. A diario vemos como unos medios atacan de forma sistemática al gobierno, mientras otros le atacan a ultranza, aunque los dos digan contar las mismas noticias. Cuando el partido en el poder (sea cual sea) deja de untar a quienes le defienden, y presta favores al contrario, vemos atónitos como cambia la opinión del medio desfavorecido; y donde dije digo, ahora digo Diego.

Las leyes que regulan nuestras libertades de prensa y expresión, defienden el derecho a opinar, a expresarse, y a publicar todo ello; pero también vela por el derecho de todos a ser informados con veracidad. Este derecho se nos niega de forma descarada, en un claro ejercicio de mafia mediática: si me haces favores, hablaré siempre bien de ti, y machacaré a quienes se te opongan. Y estoy seguro de que no exagero con la palabra mafia, pues las prácticas con auténticamente calabresas: resérvame un buen trozo del pastel, a cambio de mi protección… protección contra mis propias publicaciones.

Durante los años de dictadura, existía una censura institucionalizada, injusta pero instaurada por ley, y todos los sabíamos. Con la llegada de la democracia, solo se ha conseguido disfrazar la censura, hacerla más sutil, más insidiosa. Ahora son los propios medios quienes coartan nuestro derecho a estar informados con claridad veraz, limpia y contrastada. ¿Libertad de prensa? Haberla la hay, pero tan malversada por intereses políticos, que es cualquier cosa menos fiable. Nuevos medios de información nos ofrecen algo de esperanza desde Internet, donde auténticos periodistas vocacionales, sin ningún grupo de presión disfrazado de línea editorial, les limite ni manipule, a la hora de informar ¿No os da eso una explicación sobre porqué los políticos quieren controlar la red de redes?

© Lucky Tovar

miércoles, 21 de abril de 2010

DE CUARENTA Y DOS A CUARENTA Y DOS

Hoy es mi cumpleaños, como el año pasado y el anterior por estas fechas. Nada tendría de particular, si no fuera porque hoy cumplo cuarenta y dos, que es la primera edad que recuerdo de mi padre. Cuarenta y dos fue la respuesta que mi padre me dio, la primera vez que recuerdo haberle preguntado. Los cuarenta y dos de mi padre los recuerdo más activos que los míos, con menos quilos que yo, y también con más estabilidad de la que yo puedo tener en mis cuarenta y dos.

Recuerdo estar debatiendo los dos mientras desayunábamos en un bar, seguramente sobre política, religión, o cualquier otro aspecto de la vida. Lo recuerdo con orgullo por que, en mitad de la discusión, alguien nos interrumpió:
–Que alegría –nos dijo –ver que hay un padre y un hijo que pueden hablar.

Aquel día, de hace ya bastantes años, fui consciente de lo diferentes que éramos mi padre y yo, pero también del gran tesoro que supone poder hablar, debatir, y confrontar nuestras ideas. Ese tesoro perdura aún hoy día, y también nuestras discrepancias.

Las diferencias generacionales son muy claras entre mi padre y yo: el tiene más experiencia que yo en muchas cosas, y yo he pasado por situaciones que él no conoce. Las cosas han cambiado mucho desde sus cuarenta y dos hasta los míos, existen nuevas necesidades y menos facilidades, pero también más riqueza de conciencia, y conocimientos suficientes para paliar contratiempos que, en sus cuarenta y dos, solo se podían arreglar doblando la espalda más de la cuenta.

Los cuarenta y dos de mi padre fueron los del momento de recibir los frutos de muchos años trabajando, cuando aún se podía ascender en una empresa: él empezó como ordenanzas y se jubiló como apoderado, en la misma entidad bancaria. Mis cuarenta y dos son los de mirar las cifras de desempleados, esperar no volver a encontrarme en esa lista, y pensar de donde demonios sacaré este mes para pagar mi derecho a ser trabajador autónomo.

Mi padre cumplió cuarenta y dos en un entorno de cierta normalidad, en el que nadie se planteaba que aquí éramos todos cristianos, pero si una niña asistía al colegio con un pañuelo en la cabeza, no pasaba nada, más allá de la curiosidad de sus compañeros. Yo cumplo hoy mis cuarenta y dos, mientras veo, no sin cierto estupor, que la supuesta libertad religiosa que disfrutamos nos ha llevado a despertar diferencias que creíamos dormidas.


El cuarenta y dos cumpleaños de mi padre fue en familia, de una manera sencilla pero entrañable, entre las bromas y el cariño de mi madre y mis hermanos, y con la seguridad de que, aún con cuarenta y dos, mi padre nos podía ganar en una carrera. Mi cuarenta y dos cumpleaños llega cuando mis hermanos hacen su propia vida, alguno de ellos lejos de aquí, y la única celebración será la de unos amigos que se han empeñado en invitarme a comer.

Muchas cosas han pasado, mucho ha cambiado todo, desde los cuarenta y dos de mi padre hasta los míos. Pero esta mañana, mientras desayunábamos los dos en un bar, me he dado cuenta de que lo esencial, aquel tesoro que teníamos, aún es nuestro. Otra vez hemos debatido, sobre religión, política, y otros aspectos de la vida. En medio de la discusión, recordando aquel momento de los cuarenta y dos de mi padre, no he podido evitar una sonrisa:
–¿De qué te ríes? –me ha preguntado mi padre –¿Recuerdas a aquella persona que aquel día nos dijo lo bueno que era que pudiéramos hablar tú y yo? –le he contestado –Creo que es el camarero.

Seguramente no tenga tanta importancia el hecho de que, en un pueblo, el destino (o el desayuno) haya vuelto a juntarnos a los tres en el mismo bar; pero es que hoy cumplo cuarenta y dos, y aún con algunas nieves de Gardel en mis sienes, no he podido reprimir cierto sentimiento de añoranza.


© Lucky Tovar

viernes, 16 de abril de 2010

RENCOR HISTORICO

Luchó por defender sus ideas, protegió su forma de pensar, y entregó en ello lo más preciado: su vida. No le gustó morir, pero se sintió orgulloso de haberlo hecho por algo que para él era tan digno. Fue enterrado con muchos otros, compañeros de lucha e ideas, en medio de algún bosque, sin lápida que indique su paradero; pero no le importó, fue entendió que su muerte fue heroica, y es esto lo único que su gente deberá tener en cuenta. Nunca recibió extrema unción ni oraciones, y ninguna lápida recuerda su nombre; pero le dio igual, pues nunca procesó credo alguno, más allá del de sus propias convicciones.
–Recordarán mi vida y como la defendí– pensó al morir –mi cuerpo es lo de menos, mis acciones son lo que cuenta– No murió feliz, nadie lo hace, pero lo hizo sabiendo que sería recordado por mucha gente. No todo el mundo tendría buen recuerdo suyo, pero su familia, la gente que de verdad le importaba, le recordaría con amor hacia él, por encima del odio que pudieran sentir hacia quienes le mataron; pues el amor siempre tiene que ser mayor que el odio.

Pero pasaron los años, terminó el conflicto, se vivieron décadas de injusticias, de libertades coartadas, de rencores entre dos mitades de un país dividido. Después de todo aquello, un puñado de personas luchó contra sí mismos para ponerse de acuerdo. Unos hicieron concesiones a otros, se buscó un punto de encuentro en el que, si bien nadie tenía todo cuanto hubiera querido, todos aportaron parte de un gran esfuerzo colectivo y sin precedentes. Todas las sociedades halagaron el trabajo, en cada rincón del mundo se habló de ello, y se tomó como modelo para el final de otros conflictos. La verdadera reconciliación parecía haber llegado.

Pero volvieron a pasar los años, y alguien decidió que no bastaba con recordar, que hacía que revivir. Se resucitaron viejos odios, volvieron antiguas rencillas, y otra vez se levantaron dedos acusadores, señalando a culpables. Algunos buscaron notoriedad ¿Hay algo más triste que ponerse de moda recordando crueldades antiguas? Volvió el rencor, se alzaron gritos revanchistas, se removió la tierra, y aquel héroe, el que peleó por defender sus ideas, el que se conformó con ser enterrado con sus compañeros de lucha, fue exhumado de su descanso:
–Si al menos yo fuera religioso, si creyera en algo más supremo que lo que me movió a dar mi vida, entendería a quienes me devuelven a una actualidad que no comprendo ¿Todos estos años no han servido sino para revivir el enfrentamiento fraternal que me enterró aquí?–

El recuerdo se ha de usar para aprender, no para reprochar. Una cosa es la memoria histórica, y otra muy diferente es el rencor. Si buscamos a los responsables de una guerra, si nos empeñamos en rescatar viejos crímenes, terminaremos encontrando a un solo culpable: el ser humano. Si preguntamos por qué, y solo somos capaces de centrarnos en el “quien”, conseguiremos volver a enfrentarnos.
Mucha gente murió, muchas fueron las víctimas de la incomprensión, la ira y el miedo propio de todo ignorante. Muchos murieron: que descansen en paz, pero sobre todo, que las nuevas generaciones vivan también en paz. El pueblo que olvida su pasado está condenado a repetirlo, pero quien se empeña en revivirlo, caerá en los mismos errores.

© Lucky Tovar

jueves, 11 de marzo de 2010

YA HAN PASADO SEIS AÑOS... NADA MÁS

Ya han pasado seis años. Somos todos un poco menos niños, menos ingenuos, mucho menos inocentes. Nos arrancaron esa inocencia de la peor manera posible: a fuerza de fuerza bruta, con la voz de las armas y el esperpento de la ignorancia de unos pocos, utilizada por otros pocos y disfrazada de falso dogma. A estas alturas del siglo XXI, aún hondean preguntas que nadie responde: ¿De verdad hay quien piensa que un trozo de tierra, una concesión económica, un ideal político o una creencia religiosa, son argumento para arrancar una vida?

Una vida, diez, veinticinco… ciento noventa y cuatro ¿Qué más da? Eran vidas que, en su mayoría, ni siquiera se habían parado a pensar en la posibilidad de que un pensamiento medieval acabara con su futuro. Vidas que pertenecían, ante todo, a seres humanos, semejantes entre sí y con los propios asesinos, que ya eran personas antes de tener cualquier ideal, cualquier credo, cualquier pertenencia física. No hay peor castigo que el inmerecido, y en una mañana como la de Atocha, de hace seis años, todos fuimos castigados: quienes vieron allí el final de sus vidas, quienes asistieron al pánico, quienes lo vimos en los medios; incluso las mentes vacías, manipuladas por su propio extremismo, alentado por la avaricia y el odio irracional de unos cuantos.

Me da igual como se hagan llamar. No me importa si fueron razones políticas, religiosas o meramente revanchistas. De nada vale buscar razones cuando la razón se ha perdido. Quienes matan solo lo hacen porque pueden hacerlo, porque alguien les dijo que debían hacerlo; no debemos olvidar que, por encima del verdugo está la verdadera mente criminal: la mente de quien ya empezó a matar antes de la matanza, inculcando odio, fuego y plomo, en personas de tan pobre espíritu, que son capaces de robarnos lo único que realmente es nuestro: la vida.

Aún seguimos dándole vueltas, buscando culpables en un mundo en el que la ignorancia es el único culpable. Aún seguimos sintiendo ese miedo atroz, capar de cambiar, de manosear, algo tan sagrado como nuestra voluntad. Todavía preguntamos porqué, sin darnos cuenta de que los únicos porqués son la incomprensión, la ignorancia y la ira. Aún no sabemos como enfrentarnos a nuestros temores. Al fin y al cabo, solo han pasado seis años.


© Lucky Tovar

jueves, 4 de febrero de 2010

EL CINISMO SEGÚN ZP... Amén

El cinismo, en principio, se creó como un género literario basado en el humor, la ironía y el sarcasmo. Hoy día, despojado ya de todas esas virtudes literarias, se considera (porque lo es) una de las más ruines estratagemas del descaro, la desfachatez y la desvergüenza, como armas de la mentira: seguramente os vienen a la cabeza muchos nombres de políticos. Se puede definir el cinismo con ese viejo chascarrillo que le soltamos a alguien cuando hace gala de las faltas que antes reprochó a los demás: “le dijo la sartén al cazo”. No obstante, en los últimos días hemos asistido, atónitos, a un ejemplo mucho más claro de lo que es, en toda regla, cinismo político galopante.

Ya resultó algo extraño ver a un presidente socialista, laico y declaradamente ateo, asistir a un acto con clarísimas connotaciones religiosas, más aún teniendo en cuenta que dicho acto es fruto de las facciones más católico-reaccionarias de los Estados Unidos. A pesar de todo, vimos a nuestro ZP, el secularizado, el irreligioso, el aconfesional, discursando en castellano, en el llamado “Desayuno de la Oración”, junto al mismo Obama que le dejó tirado dos días antes. Tal vez fue solo para decirle algo así como “colega, vaya plantón que me as dado”, pero Zapatero, nuestro ZP, el laico, el ateo, se dejó caer con un texto extraído del Deuteronomio de la Biblia, en el que se insta a salvaguardar los derechos del jornalero, ya sea propio del país o extranjero.

Tal sublimación del cinismo es difícilmente superable, pero si se pone, ZP puede, aunque lo tiene difícil después de desventuras sacro-literarias como esta. Por un momento me ha recordado a esos independentistas que dicen no reconocer a España como su país, pero no dudan en apelar a la constitución cuando les conviene. Pero el cinismo del presidente no se queda ahí: no contento con elegir para su discurso la Biblia en la que no cree, escogió la parte en la que se aboga por los derechos de los jornaleros ¿Se referirá a los cuatro millones de parados a los que no es capaz de atender? No deja de ser curioso (cuando menos), imaginarse a Zapatero, sermoneando a uno de los más potentes poderes fácticos de Estados Unidos, con unas escrituras con las que ni él mismo comulga… Amén.

© Lucky Tovar

martes, 2 de febrero de 2010

¡VIVA LA VARIEDAD TELEVISIVA!

Hace unos días intenté hacer las paces con mi aparato receptor de televisión:
Homer Simpson volvía a encontrar a su madre perdida por enésima vez.
Gabilondo seguía utilizando el informativo como arma arrojadiza partidista.
En el canal de los italianos aún no habían dejado de intercambiarse gritos.
La Igartiburu continuaba susurrándonos chorradas sobre vidas ajenas.
El canalillo del sur sigue sin contratar verdaderos iluminadores.
Los de Emilio Aragón no dejan de vendernos politonos para adolescentes.

Menos mal que me preparé hace tiempo para eso de la TDT:
Las filiales ponen los programas que no tuvieron éxito en sus primeros canales.
Las nuevas hacen como el Gabilongo pero en otro color.
Las de pago no las pago, pero me cuentan que más de lo mismo, pero peor.
En las de documentales sigue muriendo, una y otra vez, el mismo ñu.

Habrá que probar suerte a otras horas:
Cotilleo.
Cotilleo.
Cotilleo.

Como podéis ver, es una suerte contar con una variada gama de canales.

© Lucky Tovar