Se acaba de celebrar el Día Internacional del Amigo, de lo cual me alegro porque, gracias a esta celebración, me he enterado de que tal cosa existe, y sigo preguntándome algunas cosillas: ¿Quién asigna los Días Internacionales? ¿Cobra por ello? ¿Le contratan específicamente para ese cometido? En fin, esas preguntas que se hace uno cuando no tiene nada mejor que hacer.
A mi me parece muy bien que haya Días Internacionales para casi todo, aunque algunos me tocan… las curiosidades. Pero ya puestos, alguien debería sugerir la asignación de Día Internacional para aspectos de la cotidianidad diaria, de las de andar por casa, de esas cosas a las que quitamos importancia a fuerza de repetirlas. Algunas pueden parecer típicas, pero más típico es vivir y lo hacemos a diario.
Empecemos por lo que yo llamo vicisitudes de la vida. En este apartado entran momentos memorables, como cuando vas al baño y, solo después de haber realizado la correspondiente deposición (que fino me ha quedado la cagada esta), te das cuenta de que no hay papel higiénico. No me digáis que semejante desajuste no merece un Día Internacional.
Muchas veces e imaginado como sería el Día Internacional de los Segundos Equipos, dedicado a los hinchas del segundo equipo de su ciudad. Para celebrarlo se organizarían fiestas con comida, solo segundos platos, claro; en las populares carreras de sacos, ganarían los segundos y, por un día, un segundo tendría sesenta minutos, y no al revés. En todas las emisoras de radio se pincharían las caras B de los viejos singles de vinilo.
Otros elementos que merecen sin duda su propio Día Internacional, son los capuchones de los bolígrafos Bic. Denostados, triturados, machacados y hasta masticados, para terminar en la papelera, una vez que ya no sirven ni para sacarse el cerumen de las orejas. Colectivos mucho menos maltratados ya tienen su Día Internacional, por lo que quiero, desde aquí, reivindicar la concesión de uno de estos días para los capuchones de bolígrafo Bic.
Como estos, hay mucho otros aspectos que deberían contra con la distinción de un día de celebración internacional en su honor: llaves perdidas porque la arandela del llavero era de baja calidad, bolígrafos que no escriben a pesar de que aparentan tener tinta, huevo que echamos a una sartén para freírlos sin darnos cuenta de que están cocidos, camareros que nos ponen el hielo con el hueco hacia arriba… son solo algunos ejemplos.
¡Ah, se me olvidaba! Para quienes empezaron a leer y creían que esto iba a ir del tema de la amistad y todo eso… lo siento, esa era la idea inicial, pero cambié de opinión al final de la segunda frase. De todas formas, de seguir con lo de la amistad, me habría quedado algo tan cursi, ñoño y babeante como la mayoría de escritos sobre la amistad y, tras leerlo, lo habría borrado antes de publicarlo.
A mi me parece muy bien que haya Días Internacionales para casi todo, aunque algunos me tocan… las curiosidades. Pero ya puestos, alguien debería sugerir la asignación de Día Internacional para aspectos de la cotidianidad diaria, de las de andar por casa, de esas cosas a las que quitamos importancia a fuerza de repetirlas. Algunas pueden parecer típicas, pero más típico es vivir y lo hacemos a diario.
Empecemos por lo que yo llamo vicisitudes de la vida. En este apartado entran momentos memorables, como cuando vas al baño y, solo después de haber realizado la correspondiente deposición (que fino me ha quedado la cagada esta), te das cuenta de que no hay papel higiénico. No me digáis que semejante desajuste no merece un Día Internacional.
Muchas veces e imaginado como sería el Día Internacional de los Segundos Equipos, dedicado a los hinchas del segundo equipo de su ciudad. Para celebrarlo se organizarían fiestas con comida, solo segundos platos, claro; en las populares carreras de sacos, ganarían los segundos y, por un día, un segundo tendría sesenta minutos, y no al revés. En todas las emisoras de radio se pincharían las caras B de los viejos singles de vinilo.
Otros elementos que merecen sin duda su propio Día Internacional, son los capuchones de los bolígrafos Bic. Denostados, triturados, machacados y hasta masticados, para terminar en la papelera, una vez que ya no sirven ni para sacarse el cerumen de las orejas. Colectivos mucho menos maltratados ya tienen su Día Internacional, por lo que quiero, desde aquí, reivindicar la concesión de uno de estos días para los capuchones de bolígrafo Bic.
Como estos, hay mucho otros aspectos que deberían contra con la distinción de un día de celebración internacional en su honor: llaves perdidas porque la arandela del llavero era de baja calidad, bolígrafos que no escriben a pesar de que aparentan tener tinta, huevo que echamos a una sartén para freírlos sin darnos cuenta de que están cocidos, camareros que nos ponen el hielo con el hueco hacia arriba… son solo algunos ejemplos.
¡Ah, se me olvidaba! Para quienes empezaron a leer y creían que esto iba a ir del tema de la amistad y todo eso… lo siento, esa era la idea inicial, pero cambié de opinión al final de la segunda frase. De todas formas, de seguir con lo de la amistad, me habría quedado algo tan cursi, ñoño y babeante como la mayoría de escritos sobre la amistad y, tras leerlo, lo habría borrado antes de publicarlo.
© Lucky Tovar