viernes, 13 de febrero de 2009

ONCE DÍAS DE INFARTO III

Si alguno espera algo sobre las enfermeras, más allá de mis calenturientas fantasías, ya puede dejar de leer: esta historia está totalmente basada en un hecho real, y en la vida real yo no ligaría con una de estas enfermeras, ni emborrachándola. Para colmo, esta tercera entrega de mi odisea infártica (bonito palabro) llega a una de sus partes más estrambóticas, anímicamente hablando. No sé si desearos que la disfrutéis, porque podría resultar descorazonador para vosotros, descubrir las cosas con las que podéis llegar a disfrutar.

Parte 3ª
En un momento como este, diez minutos después de conseguir abrir del todo los ojos, podría decir algo así como… “recién amaneciendo y tras reparador sueño…” Podría quedar bien, pero sería mentira: a las ocho y media ya hace mucho que amaneció, y cuando te pasas el día en la cama… ¡a ver qué demonios tiene que reparar el sueño! Está nublado, no llueve aún, pero el gris plomizo de esas nubes, acompañado por las subidas de la temperatura, indican una clara probabilidad de precipitaciones. Todo eso me importaría, si yo fuera Mario Picazo, o pudiera salir a la calle, pero estando como estoy… por mí, como si el cielo decide estrenar hoy “El Diluvio Universal II. Noé Return”. Habrá quien esté pensando que hoy me levanté con mal pie, y otros opinarán que solo finjo esta pose de malhumorado, como iracundo recurso literario. Ambos tienen razón… o puede que ninguno ¿a mí qué me importa? A lo mejor hasta hay quien me diría eso de… “seguro que estás mejor después de desayunar, porque yo, hasta el café no soy persona”. Pues bien, ser humano que sin café no eres persona y con café crees parecerlo (¿será por topicazos?), ya he desayunado, una estupenda taza de leche desnatada, con un sobre de descafeinado cuya marca conocen en su barrio, y tres galletas María (eso pone el paquete), que si las muerdes en seco parecen de cartón, y si las mojas… si la mojas se convierten, definitivamente en cartón. Para pasar mejor las galletas, me he bebido litro y medio de agua del tirón (y aún quedan residuos en mi gaznate), y ahora trataré de alegrarme el día imaginando el almuerzo mientras observo al tipo de la ventana de enfrente, al otro lado del patio, asomándose a fumar, una y otra vez, un cigarrillo tras otro, poniéndome largos hasta los dientes protésicos.

Desde mi ventana puedo ver las del ala impar del hospital, al otro lado del gran patio central, en el que se alza, impetuosa, una de esas enormes cruces que recuerdan la humildad de quienes tanto la predican. Ya sé que mis renglones (sobre todo en versión manuscrita) pueden parecer torcidos, pero también dicen eso de un tal “Dios”. La mayoría de las persianas aparecen echadas, no hace hoy un día que apetezca ver desde la cama de un hospital; sin embargo, el fumador de enfrente sigue asomándose a fumar, invariablemente, cada cuarto de hora… como un cuco. El tipo, debe creer que así no le delata el humo, y tiene, justo frente a su careto, a más de cuarenta “James Stewarts”, que lo ven desde todas las “Ventanas indiscretas” del ala par; la de ocurrencias que se me pasan por la cabeza cada vez que le veo asomar medio cuerpo al vacío. Podría decir en mi defensa, que es su falta de escrúpulos lo que me molesta, pero en realidad es su falta de solidaridad y… ¡Pura envidia! ¡Aunque, bien mirado, la verdad es que resulta bastante vergonzoso ver el descaro de este tipejo que rompe, no solo las normativas, también las buenas costumbres, y cualquier principio ético y cívico que podamos imaginar! Voy a ver si robo un yogur y me calmo antes de seguir. Mañana me despertarán a las siete de la mañana y, desde eso momento, lo único que podré ingerir será un trago de agua, para empujar un buen cóctel de pastillas. Después me monitorizarán, y me mantendrán así hasta que llegue la ambulancia que tiene que trasladarme a otro centro, donde hay ciertos aparatos muy caros, manejados por profesionales aún más caros, que este hospital no se puede permitir ¿Cuánto costaría la enorme cruz del patio? Por lo que me han contado, van a meterme una cámara en una de mis infartadas arterias, echarán un vistazo, intentarán hacer unos arreglillos, y lo grabarán todo en un bonito DVD; no es tan raro… hay quien ve Gran Hermano ¿Recordáis cuando se suponía que era un experimento sociológico? Ahora sigue pareciendo un experimento, pero genético ¿De verdad esa pandilla son representativos de nuestra sociedad? Pues cada vez me alegra más, ser de poco salir, para no tener que plantearme si lo que veo es la vida real o “El gabinete del Dr. Caligari” ¡Ya me he vuelto a dispersar! ¡A saber lo que me dará por soñar hoy! ¡Si es que…!

2 comentarios:

Ulyses dijo...

¡Que no...que no...!, apostamos por el realismo. Pero siempre es agradable que haya un reparto femenino en la historia, aunque vista de blanco y lleven jeringillas.

En realidad no disfrutamos, más bien sufrimos, como en las historias de Stephen, pero no podemos dejar de leer ansiosos por un buen y aliviante desenlace.

¡Cuidado con la galletas que parecen "María"!No sólo no se fuman sino que realmente son de cartón.Lo se de buena tinta.

Procura ser más positivo. No todo el mundo puede protagonizar un film intimista. Me imagino las reseñas en la prensa: ...siguiendo la estela de "un viaje alucinante" basado en la novela de Asimov. Ahora llega a nuestras pantallas "La Odisea arterial", un film con corazón...¡ Vale!, puede que no tenga gracia, pero resulta original.

Me pregunto cuanto tardastéis en poneros de acuerdo los del ala par del hospital en masacrar a galletazos al tipo del cigarrillo.

A la espera de los próximos capítulos, te envío un saludo y mis mejores deseos de salud.

Anónimo dijo...

Hola Lucky: Me alegra enormemente leerte y saber que tu eres de materia comprimida y de género superviviente, que blandiendo un boli -al igual que el Quijote con su adarga y su lanza iba conquistando ínsulas y otras historiad disparatadas- tu nos vas recreando en historias hospitalarias llenas de pinceladas de humor -lease atentamente el momento "galleta-cartón" y otras sutilezas- y casi, casi que le tomamos manía por su poca solidaridad al enfermo ese descocado que fuma contraviniendo las reglas y desafiandolas...
Me alegra enormemente saberte "vivo" en medio de lo que a uno le tiende el destino con malas artes -aunque de alguna manera hallamos sido cómplices con él sin ser consciente de ello- y saber que tanto la mente y el bolígrafo de Lucky seguirán ilustrándonos sobre su aventura hospitalaria.
Asi que desde Valencia city te anima esta dj de sobrenombre "Valkiria" a que sigas enviándome tus entregas literarias para el deleite de mi mente -ávida de conocimientos y experiencias desconocidas- y saber, que los aves-fenix como tu, siempre remontarán con elegancia e ironía situaciones, que a cualquier humano lo habrían derrumbado con semejante "circustancia"...
En fin, amigo, a ver si me pones unas letritas de tu puño y teclas en mi msn y me dices qué tal te va en este mismo momento de tu vida. Y ya sabes, fiel seguidora del estilo luckirano, espero tener el privilegio de continuar leyéndote. Mis mejores deseos de salud para ti y un abrazo fraternal, de Merche.