El cinismo, en principio, se creó como un género literario basado en el humor, la ironía y el sarcasmo. Hoy día, despojado ya de todas esas virtudes literarias, se considera (porque lo es) una de las más ruines estratagemas del descaro, la desfachatez y la desvergüenza, como armas de la mentira: seguramente os vienen a la cabeza muchos nombres de políticos. Se puede definir el cinismo con ese viejo chascarrillo que le soltamos a alguien cuando hace gala de las faltas que antes reprochó a los demás: “le dijo la sartén al cazo”. No obstante, en los últimos días hemos asistido, atónitos, a un ejemplo mucho más claro de lo que es, en toda regla, cinismo político galopante.
Ya resultó algo extraño ver a un presidente socialista, laico y declaradamente ateo, asistir a un acto con clarísimas connotaciones religiosas, más aún teniendo en cuenta que dicho acto es fruto de las facciones más católico-reaccionarias de los Estados Unidos. A pesar de todo, vimos a nuestro ZP, el secularizado, el irreligioso, el aconfesional, discursando en castellano, en el llamado “Desayuno de la Oración”, junto al mismo Obama que le dejó tirado dos días antes. Tal vez fue solo para decirle algo así como “colega, vaya plantón que me as dado”, pero Zapatero, nuestro ZP, el laico, el ateo, se dejó caer con un texto extraído del Deuteronomio de la Biblia, en el que se insta a salvaguardar los derechos del jornalero, ya sea propio del país o extranjero.
Tal sublimación del cinismo es difícilmente superable, pero si se pone, ZP puede, aunque lo tiene difícil después de desventuras sacro-literarias como esta. Por un momento me ha recordado a esos independentistas que dicen no reconocer a España como su país, pero no dudan en apelar a la constitución cuando les conviene. Pero el cinismo del presidente no se queda ahí: no contento con elegir para su discurso la Biblia en la que no cree, escogió la parte en la que se aboga por los derechos de los jornaleros ¿Se referirá a los cuatro millones de parados a los que no es capaz de atender? No deja de ser curioso (cuando menos), imaginarse a Zapatero, sermoneando a uno de los más potentes poderes fácticos de Estados Unidos, con unas escrituras con las que ni él mismo comulga… Amén.
Ya resultó algo extraño ver a un presidente socialista, laico y declaradamente ateo, asistir a un acto con clarísimas connotaciones religiosas, más aún teniendo en cuenta que dicho acto es fruto de las facciones más católico-reaccionarias de los Estados Unidos. A pesar de todo, vimos a nuestro ZP, el secularizado, el irreligioso, el aconfesional, discursando en castellano, en el llamado “Desayuno de la Oración”, junto al mismo Obama que le dejó tirado dos días antes. Tal vez fue solo para decirle algo así como “colega, vaya plantón que me as dado”, pero Zapatero, nuestro ZP, el laico, el ateo, se dejó caer con un texto extraído del Deuteronomio de la Biblia, en el que se insta a salvaguardar los derechos del jornalero, ya sea propio del país o extranjero.
Tal sublimación del cinismo es difícilmente superable, pero si se pone, ZP puede, aunque lo tiene difícil después de desventuras sacro-literarias como esta. Por un momento me ha recordado a esos independentistas que dicen no reconocer a España como su país, pero no dudan en apelar a la constitución cuando les conviene. Pero el cinismo del presidente no se queda ahí: no contento con elegir para su discurso la Biblia en la que no cree, escogió la parte en la que se aboga por los derechos de los jornaleros ¿Se referirá a los cuatro millones de parados a los que no es capaz de atender? No deja de ser curioso (cuando menos), imaginarse a Zapatero, sermoneando a uno de los más potentes poderes fácticos de Estados Unidos, con unas escrituras con las que ni él mismo comulga… Amén.
© Lucky Tovar
1 comentario:
Compañero Lucky, es una alegría volver a recibir tus crónicas etílicas.
Lo de Zapatero es una muestra más de lo mediocre que es el personal que aspira a dirigir el país. Digo aspira por que dirigir, lo que se dice dirigir, no dirigen nada.
El otro día me preguntaron por mi definición política y se me escapó una verdad como un pedo: cansado, politicamente cansado.
Un abrazo fuerte
Manolo Poy
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