sábado, 30 de mayo de 2009

ABORTAR ANTES DE CONDUCIR

Durante mucho tiempo me he resistido a opinar sobre lo que no es más que una cortina de humo para distraernos del hecho de que el gobierno no tiene ni idea de cómo sacarnos de la situación actual… ni de muchos otros temas. Sin embargo, al final he caido en la tentación de hablar de lo del aborto en fans de Hanna Montana.

Opiniones, una por cada persona... y somos muchos. Seguramente toda esas opiniones son tan acertadas como erróneas, por lo que, para no eternizar aún más un debate que ya era eterno antes de llegar nosotros, solo nos queda intentar ser lo más objetivos posible, dejándonos de creencias religiosas, ideologías políticas y otras chorradas… dejando a un lado incluso nuestro humanismo y ciñéndonos a los hechos.

Tras una larga época de represión, llegó la democracia, tan esperada como inmadura. Una explosión de libertad inundó nuestras vidas, pero nadie nos explicó, lo suficientemente bien, que la libertad conlleva ciertas responsabilidades. Nos dieron el don de ser soberanos, sin exigirnos ser doctos, o al menos conocedores de las consecuencias de nuestras acciones.

Nuestros hijos siguen, diga lo que diga el ministro de turno, sin información ni educación. La mayoría de quienes somos padres no sabemos facilitar esa información, y en los colegios e institutos no se habla en su idioma. Es sabido que nuestra naturaleza nos empuja a hacer aquello que se nos prohíbe para llamar la atención de quienes no nos la prestan, por lo que, la prohibición tampoco es solución.

No hay solución a corto ni medio plazo. A largo plazo, como mucho, podemos informar a nuestros hijos, de forma racional, sin meter miedo, coherentemente y en un idioma que entiendan. Dicha información debe empezar incluso antes de que sepan escuchar, haciéndoles ver que cada acción tiene consecuencia. Tal vez así (y digo “tal vez”) nuestros nietos lleguen a ver nacer una generación de jóvenes con menos prisas por experimentar y más coherencia para elegir.

Vale… hasta ahí lo que, pensando de una forma políticamente correcta, podríamos decir sobre el tema. Ahora bien, al margen de lo bonito que me haya quedado todo eso de que cada cual tiene su opinión y todas son respetables, la verdad es que si alguien me dice que le parece bien eso de que una cría de 16 pueda abortar sin permiso de nadie, en mi cabeza no hará más que resonar… “o no tienes hijas, o eres más hipócrita de lo que puedes llegar a controlar”.
¡Ah, por cierto! Para trabajar sí necesitan permiso paterno.

© Lucky Tovar

jueves, 21 de mayo de 2009

A PESAR DE LO QUE DISFRUTASTE, ALBERTO

Como ya sabréis muchos de vosotros, el pasado Festival Internacional TOMARES CROSSROAD BLUES, fue el primero y el último. Los responsables de la Delegación de Cultura, Juventud y Deporte de Tomares, han decidido que el indiscutible éxito de la primera y única edición, no es suficiente. A pesar de la patente y notoria alegría del concejal de dicha delegación durante la celebración del festival, el año pasado, y de su seguridad (eso si, verbal) en la continuidad de nuestro festival de blues, este no se va a celebrar. Hay políticos comprometidos con la palabra que dan, con la continuidad de su política y de los eventos que organizan. Hay otros políticos, que ni siquiera son capaces de mantener sus intenciones de moción contra sus propios socios en cuanto les fallan los números.

Los motivos que esgrimen desde la delegación, son los de moda: al parecer, el 20% del presupuesto municipal total no es suficiente para celebrar todos los festivales que se empezaron hace un año. Había que eliminar alguno, y claro, le ha tocado al blues, que es mucho menos interesante que los Manga, las polifonías, los grupos hipócrito-punkis etc. Aunque seguramente también a influido el hecho de que, un servidor no es técnico de cultura a la par que miembro de una banda participante en uno de los festivales. Qué curioso es ver que este que a mi no se me ocurrió, ni se me pasó por la cabeza, incluir a mi grupo en el cartel del festival que organizaba.

Seguramente dirán que esperaban más público en el pasado Crossroad, y puede que tengan razón, pero seguramente habrían asistido más aficionados si no hubiera sido porque la desidia de los técnicos (demasiado ocupados rediseñando un cartel que ya estaba diseñado) hizo que los carteles anunciadores se pegaran 5 días antes de comenzar el festival de blues. No obstante, siguiendo la regla de la asistencia, espero que tomen nota del fracaso de la segunda edición del Maremagnum en este sentido, y no se celebre el año que viene.

Otra de las maniobras posibles sería culpar a quien aportó la idea del festival, una persona a la que se le relegó a funciones de dirección artística para volcarle después responsabilidades de contratación y hasta de seguridad. Esa persona (o sea, quien suscribe), sugirió un hotel para las bandas de fuera, pero los técnicos decidieron hospedarlos en otro, donde les hicieron dormir en una especie de colchoneta dura de unos tres dedos de anchura. Los españoles no dudaron en quejarse hasta que les pusieron un colchón en condiciones, pero los extranjeros, para vergüenza nuestra, se fueron creyendo que aquí dormimos así.

Y así, mientras la productora encargada de los contratos no aparece, mientras el técnico de cultura más activo ocupa su tiempo en hablar mal del director artístico con los músicos, mientras se siguen recibiendo llamadas tipo “¿es verdad que hay un festi?” y demás vicisitudes… mientras tanto los pasacalles empieza y terminan a los horarios acordados gracias a que el “director artístico” se ocupa de lo que tenía que hacer un asistente inexistente y que jamás apareció; salvo una excepción, los músicos asisten a sus pruebas de sonido, las actuaciones también empiezan a la hora establecida, y arrojan el siguiente resultado: músicos contentos, público contento, prensa contenta y un servidor que aún espera la mitad del pago convenido.

En fin amigos, pues lo dicho, que fue bonito mientras duró aunque solo durara una edición, que seguramente es más políticamente rentable contratar a uno de esos grupos que van de progre y contestatario y piden moqueta en su camerino y coche para llegar al escenario. Que es posible que salga mejor tener que arreglar los destrozos ocasionados por varios centenares de energúmenos (casi todos menores de edad) que conviertan un pabellón cubierto en un botellódromo. Que siempre es más conveniente organizar festivales folkis, cuyos artistas parecen conformarse con la falta de formalidad… “es que los bluseros estos son un coñazo con tanta formalidad”.

Pues eso, que después de tener que aguantar afirmaciones como “en EE.UU. anunciamos la actuación de un grupo después de contratarlo, no al contrario” y tener que darle la razón, porque la tiene; después de aguantar un año de espera (y suma y sigue) para que me paguen lo estipulado, habiendo visto solo la mitad; después de un año de escaramuzas, carrerillas, excusas y demás chorradas por parte de los responsables de la cultura tomareña para evitar encontrarse conmigo, a principios de Mayo aparecen por fin… mejor dicho, consigo pillarles por los pasillos del Ayuntamiento, para que me digan que, efectivamente, no habrá segundo Crossroad, pero… “Lucky, preséntame un proyecto para una serie de actuaciones y así al menos te llevas las comisiones como representante”. Claro amigo, en eso estaba yo pensando, en que el blues, una vez más, se conforme con las migajas de ese 20% del presupuesto municipal total, que es lo que os dan, demasiado generosamente, para organizar vuestros circos.

Aún recuerdo cierta cabalgata de Reyes Magos, organizada por cierta asociación juvenil, de la que después surgió algo llamado “OMIJ”. Un auténtico desastre organizativo consistente en un puñado de amiguetes saltimbanquis y timbaleros, que paseaban para supuesto deleite de niños y niñas, mientras se colocaban de maría. Ninguno de aquellos errores impidieron que si principal valedor siguiera aprendiendo. Nadie le dijo a nadie aquello de “el año que viene lo utilizaremos como simple figura de reclamo, porque la verdad es que no vale para nada”. Tantos años después, es él quien pronuncia esa frase, refiriéndose a quien lo consideraba un amigo, en un intento de culpar a alguien de sus fallos, desidias e intereses personales.