lunes, 19 de enero de 2009

UN DÍA CUALQUIERA

Esta mañana leí en un periódico que robé en algún bar, que ayer hubo una manifestación a la que acudieron “casi un millar de personas” y pensé “vaya, casi un millar suena a mucha gente”. Dada mi condición de desempleado, y por no parecer además parado, me fui a una entrevista de trabajo en la que un chico, que aún recuerda cuando dejó de utilizar calcetines blancos, me miró sorprendido y me preguntó “¿Cuántos años tienes?”, me hizo la versión exprés de la entrevista y me puso cara de “¿ves ese hueco que hay en la pared? Se llama puerta”; debería haber dejado esa entrevista para el final, así no me habría desanimado a ir a las otras dos.

De vuelta a casa pasé por un bar en cuya puerta lucía un bonito cartel amarillento y casi desteñido por el sol, “se necesita personal”. Me animé a entrar y, mientras me tomaba una cerveza me dio por pensar “joder, yo solo podría sustituir a dos de los cinco chavales que están atendiendo a las mesas”. Hablé con el dueño que, muy amablemente me ofreció quinientos euros por doce horas de trabajo; ni mi mejor cara de nada sirvió para ocultar mi sorpresa. –Es lo que me cobra cualquier inmigrante– me dijo con más cinismo que pudor, así que, tal vez por venganza, decidí robar allí mi segundo periódico: –a la manifestación acudieron poco más de novecientas personas– rezaba un titular, y aquello me hizo pensar, “vaya, novecientas personas suena a muy poca gente”.

Comí en casa de mis padres, lo cual quiere decir que mi madre me dio la comida. Éramos seis en la mesa, comiendo y tragándonos el programa del corazón que mi madre se empeñó en poner en la tele, pero se pasó todo el tiempo hablando, con esa peculiar forma suya de expresarse: –Pues la madre de la Mercedes, la que vivía en Los Pajaritos y se mudó aquí porque le tocó la lotería, que digo yo que no sé como esa mujer compraba lotería si dice que no tenía ni para comer; es como lo del Antonio el de las vacas, que todavía me debe dinero de cuando tenía yo la panadería, pero si lo pillo un día ya verás. Como le dije yo a la Manolita, que no es por el dinero, que dos mil pesetas de entonces ya no es nada, pero coño, es mío. Hay que ver esa mujer lo que ha pasado con sus hijos; el mayor drogadicto y la niña medio tonta, claro, así la han dejado preñada. Pues se ha muerto, y la Mercedes, ni luto se ha puesto– Yo no sé para qué ve mi madre programas de cotilleo.

Después de comer, y teniendo claro que esta noche no cenaré, vuelvo a mi casa y me meto entre pecho y espalda una de esas siestas involuntarias que empiezan sin querer, viendo la tele, y terminan alargándose hasta dos horas. Eso sí, antes de quedarme sopa consigo ver parte de un informativo: –Novecientas veintidós personas asistieron a la manifestación–. Ahora que lo pienso, “casi un millar”, “poco más de novecientas” y “novecientas veintidós” viene a ser lo mismo; con ese pensamiento en duermevela terminé de cerrar los ojos. Lo peor de este tipo de sientas es que te despiertas a una hora que resulta demasiado tarde para salir a pasear y demasiado pronto para encontrar algo decente en televisión; el cuerpo te pide azúcar, los ojos aún no funcionan como para leer y el aburrimiento amenaza con convertirse en segunda siesta involuntaria. El cocido de mi madre es como las producciones de Hollywood, se repite. Menos mal que no voy a cenar.

Llegan los niños. El mayor me sube casi media cuarta de altura y el menor me sube cuerpo y medio en hiperactividad. Son bueno chicos, pero su carga hormonal es incompatible con mi estado físico y anímico a esas horas. Cuando termino de volver al mundo de los vivos me siento ante el ordenador y entro en seis diferentes páginas de búsqueda de empleo. Doscientos anuncios de “salas de relax” que buscan chicas. En plena crisis hay tíos con extrañas prioridades. Anoto un par de números de teléfono para llamar mañana, voy al baño, me lavo las manos, sigo notando la guerra interna entre la sal de frutas y los garbanzos de mi madre, vuelvo al ordenador y me pongo a ver mi correo. Después de quince e-mails de esos que aseguran que si lo pasas a todos tus contactos serás feliz para siempre, me da por plantearme algunas preguntas: “¿De verdad se cree la gente estas cosas?”, “¿serán estos ingenuos los que llaman mentirosos a los políticos?”, “¿Será el agujero de ozono más grande que la úlcera de estómago que deben tener mis padres?”.

Hablo por teléfono con alguien cuya relación conmigo está definida por la no definición y veo un rato la tele. Cuando se decidan a poner episodios de esta serie que no hayan repetido quinientas veces, a lo mejor hasta me gusta. Empiezo a tener sueño, así que, haciendo gran esfuerzo, subo las escaleras, llego al dormitorio, me echo sobre la cama y mis ojos se abren de golpe como platos soperos. Tal vez si bajo, me fumo un cigarrillo y veo un rato de tele-tienda, consiga que vuelva el sueño. La nueva Súper Cloth (o sea, la nueva Súper Bayeta), lo deja todo mucho más limpio y dura toda la vida –¡Y si llama ahora le regalamos otra! – ¿Para qué quiero otra si me va a durar toda la vida? Mira que bien, esa señora dice que lleva años utilizándola y está muy contenta, pero si es la “nueva” Súper Cloth no entiendo como lleva años utilizándola.

No consigo dormir, tal vez si como algo… Ya casi no me acuerdo del cocido de mi madre. Poca cosa, un par de rebanadas de pan de molde con una loncha de jamón de York, un vaso de leche y a seguir la lucha contra mi viejo amigo el insomnio. Habrá quien compre estos productos de tele-tienda, seguramente las mismas personas que se creen lo de los e-mails milagrosos en cadena, pero al menos suelen ser un buen somnífero estos programas. Las cinco y media y yo sin dormir. Las seis menos cuarto y sin sueño. Las seis y media, no sé par qué quiere ese tío un aparato de gimnasia si ya está cuadrado. Las siete y empiezo a notar el sueño, pero esperaré un poco más para que no me pase como antes. Que curioso, el sándwich se me repite con sabor a garbanzos.

Las diez de la mañana, otra vez me he quedado dormido en el sillón, la espalda molida, el cuello echo polvo, la mañana medio perdida y un ardor de estómago que me está matando. En la tele, las noticias, ­“Setecientos manifestantes según la administración, dos mil según los sindicatos” y yo ni siquiera sé quien ni para qué se manifestaban. Oigo como cruje mi espalda en el primer intento de levantarme del sillón, lo consigo a la segunda, me lavo la cara con agua helada porque el termo sigue averiado, desayuno a base de café, Almax e ibuprofeno. Está callendo el segundo diluvio universal, anoche me dejé la ropa tendida y pienso… “la vida es maravillosa”.

viernes, 9 de enero de 2009

VIVA LA FERIA Y OLÉ

Érase una vez dos ganaderos, uno vasco y otro catalán, que por su trabajo viajaban constantemente por toda la península ibérica, sobre todo por tierras andaluzas. En uno de sus encuentros, tal vez concluyeron que no estaría nada mal determinar un punto de encuentro para los más importantes compradores y vendedores de ganado. Pensaron en un lugar de relevancia estratégica, lo más cerca posible del centro geográfico de Andalucía y con terreno y posibilidades prácticas para fundar una gran feria del ganado. Llegaron a la conclusión de que, ese lugar, bien podía ser Sevilla, bombardearon con propuestas y explicaciones de conveniencia a la autoridad competente (es un decir, lo de “competente”) y, tras rellenar kilómetros de burocracia, consiguieron los correspondientes permisos y el necesario apoyo (es un decir, lo de “apoyo”), dando luz a la gran Feria del Ganado de Sevilla.

Con los años, este encuentro ganadero se fue afianzando, ganando en asistentes y creciendo considerablemente en adeptos y duración. Los ganaderos que se quedaban toda la feria, dormían en tiendas, más o menos improvisadas a base de lonas, puntales, postes y cuerdas que traían con ellos. Pero aquellos primeros feriantes también necesitaban comer, y los más emprendedores empezaron a compaginar su actividad ganadera con la venta de comida a otros participantes. Poco a poco, aquellos ganaderos comenzaron a venir en familia cuyos miembros, además de trabajar, dormir y comer, agradecían la posibilidad de ser entretenidos en las escasas horas de asueto. Es fácil imaginar, tratándose de la ciudad de que se trata, que la oferta de entretenimiento y diversión no tardó en llegar, seguramente de la mano de trovadores y rudimentarias atracciones.

Los acaudalados dueños de haciendas y ganaderías sevillanas fueron animándose a participar de la feria de forma más directa y personal, o sea, montando verdaderos tenderetes de lujo desde los que dirigir de primera mano el trabajo de sus capataces. Las atracciones fueron a más y el negocio del ganado a menos, las lujosas casetas de los hacendados ganaron terreno a los cercados donde se exponían las reses, los “Rinconetes y Cortadillos” vieron su Agosto en Abril y, señoras y señores, con todos ustedes la Feria de Sevilla. La feria de todos donde todos son bienvenidos y “a nadie le falta de na”. La sevillanísima creación de un vasco y un catalán en la que, los vascos y catalanes (gallegos, asturianos, murcianos, madrileños, extremeños, castellanos, leoneses, andaluces no sevillanos y en definitiva todos) podrán disfrutar… siempre que tengan caseta propia o algún amigo que la tenga.

Sobre eso de la amistad cuenta, nuestra Feria, con una gran ventaja a la hora de discernir si es de verdad amistad o quien te llama “amigo” lo hace solo por eso tan sevillano a lo que llamamos “cumplir”: si el sujeto en cuestión, a la hora de concretar la cita, te dice aquello de “quedamos en la portada”, ve pensando en pasar la Feria sin verlo. Es conocimiento tácito y parte de nuestro rico patrimonio social, el hecho de que, nadie que de verdad quiera verte va a quedar contigo en semejante centro neurálgico de bullicio en el que cientos de personas se apiñan y la mitad son incautos forasteros a los que alguien les dijo “quedamos en la portada”. Si te ocurre esto, te cansas de caminar y la más que posible lluvia (en Abril aguas mil) te anima a intentar la improbable hazaña de refugiarte en una caseta, no te preocupes, siempre tienes la posibilidad de entrar en las de distrito, que son de entrada libre. Estas casetas de distrito cuentan además con una actividad añadida que suele realizarse según va avanzando la madrugada y con ella el grado de alcohol en sangre; el “esquivamiento de sillas y botellas voladoras” es ya casi tan tradicional como el matinal paseo a caballo.

La última modificación consiste en imponer la misma música y volumen a todas las atracciones (para alegría de Canal Sur), haciendo que la denominada “Calle del Infierno” se parezca más a la sala de espera de un dentista… de un dentista sevillano, por supuesto. Por lo demás, tampoco es que haya mucha diferencia con la Feria del Ganado de los primeros años: mucho pollo cortijero, mucho gallito de pelea, cuadrúpedos muy pedo, pavos reales con sus pavas, borregos, ovejas churras y merinas y, por supuesto, ganado vacuno de ambos géneros. Entre toda esta fauna granjal (bonito palabro), las tres honrosas excepciones que, dada su escasez, confirman muy bien la regla: los que van a divertirse pero conscientes de que mañana hay que trabajar, los que también saben divertirse sin manzanilla, alvero y gritos, y los que van a trabajar; para ellos, todos mis respetos… y para el resto también, claro.

miércoles, 7 de enero de 2009

PUNTO POR PUNTO. Respuesta a un e-mail

Irreverente, descomedido, insolente, cínico, desfachatado, impertinente y hasta soso. Han dicho de mí que envidio a quienes son capaces de pasarlo bien, que no sé divertirme, que critico todo aquello que le gusta a la gente y ello me convierte en un amargado, que solo busco la notoriedad por medio de la polémica y que en el fondo no soy más que un arrogante más intentando dar a entender que todo el mundo lleva el paso cambiado menos yo. Como no creo en la razón absoluta, tengo que pensar que cada cual tiene la suya, no obstante, también creo en el debate como la forma más barata de compartir. No es que sienta la necesidad de defenderme de nada pero, ya que cada cual tiene su razón, incluso yo, he aquí las mías, punto por punto.

Irreverente, según la RAE (Real Academia de la Lengua) significa “contrario a la reverencia”, por lo que solo puedo entonar el mea culpa; es que eso de la reverencia me parece muy bien para las novelas Dumas y posteriores películas que las destrozan. La academia dice que “descomedido” es aquel que se excede, que resulta desproporcionado y fuera de lo regular, por lo que, no solo tengo que admitir que cumplo con todo ello, sino que además me alegro de ello; conformase con los límites y proporciones que nos dictan los demás me parece de una falta de personalidad alarmante, vamos, descomedida. El adjetivo “insolente”, según el diccionario, hace referencia a alguien atrevido y descarado, que lleva a cabo acciones ofensivas e insultantes; teniendo en cuenta que no insulta quien quiere sino quien puede, si es verdad que resulto insultante, pues gracias por reconocerme ese mérito.

Llega una de las lindezas que más me gusta de cuantas me han dedicado. Cínico: dícese de alguien perteneciente o relativo a la “escuela de los cínicos”, que nació de la división entre los discípulos de Sócrates y de la cual fue fundador Antístenes. Impúdico, desvergonzado y procaz; pues no veo nada malo ¿Quién no lo es hoy día? Desfachatado viene a ser lo mismo, descarado o desvergonzado; se ve que quien me envió el e-mail dedicándome tantas medallas, escribió “desvergonzado” y buscó sinónimos. Impertinente viene a ser lo mismo, pero la RAE añade, “excesivamente susceptible, que muestra desagrado por todo”; bueno, puede que sea cierto, pero no hago más que puntualizar y argumentar lo que la mayoría limita a una sola frase general: “esta vida es una mierda”. Dejaré para después el último apelativo de la lista, así le pongo un poco de sal.

Me gustaría poder decir que envidio a quienes son capaces de pasarlo bien, porque eso me ayudaría a explicarme a mí mismo de donde viene toda mi acritud hacia lo convencional. Lo que pasa es que yo también me divierto, seguramente es que me divierto con otras actividades que quien me llamó envidioso no conoce; no te angusties, amigo, hay todo un mundo de posibilidades ahí fuera, insólitas para ti. Hubo un tiempo, antes de la clonación social, en el que tener capacidad crítica se consideraba una buena aptitud, los críticos discutían entre ellos, suscitaban grandes debates y la gente escuchaba, llegaba a sus propias conclusiones y se creaba su propia forma de pensar ante según que temas; eso fue antes de que dejáramos que pensaran por nosotros. En cuanto a la afirmación de que solo busco notoriedad, pues tendré que pensármelo porque, escribir en un blog gratuito, titulado “Crónicas Etílicas” y con seis o siete visitas semanales, posiblemente me haga famoso. La idea de que trato de destacar sembrando polémica, es poco realista pero, si quien lee confunde opiniones propias con polémica, tal vez no sea culpa de quien siembra, sino de quien cosecha.

Estimado lector y contestatario vía e-mail, créeme cuando te digo que el verdadero arrogante desactiva la posibilidad de comentarios en sus blogs, oculta su dirección de correo electrónico o simplemente crea uno nuevo, que no delate su verdadera identidad. No digo que sea este tu caso, pues el arrogante suele subirse a un púlpito, retirando después la escalera para que nadie pueda subir a rebatirle, grita a los cuatro vientos su opinión como si fuera la única e insustituible verdad, pero trata de argumentar, acertadamente o no, sus puntos de vista; no creo que sea este tu caso. En este blog existe la posibilidad de opinar sobre lo que escribo y, tratándose de opiniones personales, no suelo replicar esos comentarios. No obstante, tu opinión me llegó por e-mail, exhibiendo una posible timidez que no deja de ser respetable. He decidido responderte aquí, en vez de hacerlo por e-mail, para animarte así a opinar donde todos puedan leerte. Tal vez esto te parezca cínico pero, parafraseando al maestro Groucho, “no te dejes llevar por las apariencias, en realidad es cinismo”.

jueves, 1 de enero de 2009

PROPÓSITOS PARA EL NUEVO AÑO

No tengo ni idea de cuando surgió la costumbre, pero puede resultar hasta saludable eso de hacer una lista, aunque sea mental, de propósitos para los próximos trescientos sesenta y cinco días. Con la que está callendo, la cosa debería estar fácil, debería bastar con que nuestros dirigentes hicieran propósito de enmienda y el resto nos propusiéramos seguir apretándonos el cinturón (no nos queda otra) y plantearnos las supuestas capacidades que nos otorga la democracia, sobre todo cada cuatro años. Mis propósitos suelen ser lo contrario a lo que de verdad me gustaría conseguir, pues tengo clara mi carencia de capacidad para conseguir lo que me propongo.

Este primer día de 2009 me he marcado el firme propósito de empezar con buen humor, y dado que el desayuno ha resultado agradable, he intentado limpiar ese humor de mi habitual sarcasmo; naturalmente no lo he conseguido (tampoco he puesto mucho empeño) así que, vuelvo a lo que tenía pensado. He pedido a algunos personajes muy conocidos que compartan conmigo sus propósitos para el nuevo año, pero ninguno ha respondido a mi petición, por lo que he intentado imaginar, por mi cuenta y riesgo, lo que cada cual escribiría en su lista. En esta recopilación he incluido a políticos, músicos, cineastas, escritores, deportistas, periodistas y personas que supuestamente realizan alguna de las anteriores actividades. Los he seleccionado siguiendo el dudoso criterio de “no dejar títere con cabeza”, con la intención de que el equilibrio haga que no se me enfade nadie, pero teniendo en cuenta la naturaleza humana, seguramente conseguiré todo lo contrario.

J. J. Benítez: Después de haber dicho que somos el resultado de los experimentos genéticos de Satán, que la NASA sabe cosas que ni ellos saben y que Cristo era extraterrestre, entre otras cosas, para este nuevo año me he propuesto salir por ahí y escribir sobre cosas que vea con mis propios ojos.

Ana Rosa Quintana: En un lugar de La Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme… ¡Uis, perdón! Me equivoqué de carpeta, de verdad, solo ha sido un error informático.

Valdano: En este… en este año… en este año que… en este año que acaba de… en este año que acaba de empezar… en este año que acaba de empezar me propongo… en este año que acaba de empezar me propongo terminar… en este año que acaba de empezar me propongo terminar una frase… este… a la primera.

Víctor Manuel: Más que propósitos, prefiero desear que este año todas las clases sociales puedan compartir el caviar y el cava con mi mayordomo, una vez que este termine de atizar el fuego de la bonita chimenea que adorna el salón de mi mansión, por supuesto.

Norma Duval: Después de posar desnuda en los ochenta, me presenté por el PP en los dos mil, pero te juro ZP, que solo lo hice para que me dieran curre en TVE. En el fondo soy liberal, de verdad, así que, me propongo… me propongo… me propongo para que lo quieras, nano.

José Luis Garci: Para este año me propongo hacer una película en la que el ritmo llegue antes de terminar. Si no lo consigo, prometo volver a la tele con un programa que consistirá en poner una película seguida de un debate entre cuatro súper expertos a los que nadie más que ellos mismos entienda, pero que estén tan de acuerdo conmigo, que ese debate tenga de todo menos debate. Algo novedoso, para variar.

Almodóvar: En 2009 quiero dirigir una película protagonizada por un empleado de banca heterosexual y una dentista también heterosexual. Los dos tendrán vidas equilibradas pero entretenidas, estarán casados y su matrimonio irá divinamente. No habrá intentos de suicidio, ni asesinatos pasionales, ni altibajos emocionales; tendrán dos hijos estupendos, que sacarán buenas notas y no beberán ni fumarán.

Iñaki Gabilondo: Seré breve porque tengo mucha PRISA. Mis propósitos para este año son hacer que mis informativos simplemente informen, dejando las opiniones para los programas de opinión y sin tomar partido por mucho que me joda. Por si no lo consigo, prometo contratar a un técnico de sonido que apague los micrófonos cuando tenga que apagarlos, no vaya a ser que me pillen otra vez aconsejando a mi amigo Zapi.

Federico Fernández Losantos: Ave María Purísima. Dado que después de poner a parir a Zapatero solo me ha servido para salir en los zappings, y en vista de que mi librito dando a entender que una vez fui socialista tampoco ha conseguido nada, para el 2009 diré que en realidad vengo del planeta Humus, lo cual creo que ya sospechabais. Amén.

José Bono: Prometo que, ya que soy del PSOE, haré que lo parezca.

Alberto Ruiz-Gallardón: Prometo que, ya que soy del PP, haré que lo parezca.

Esperanza Aguirre: Prometo que mataré a Gallardón por haber coincidido con Bono. Este tío es que no aprende.

Madrileños: Prometemos que no volveremos a quejarnos tanto de quien hemos elegido por mayoría absoluta.

Gaditanos: Prometemos que no volveremos a quejarnos tanto de quien hemos elegido por mayoría absoluta.

Sevillanos: Prometemos que no volveremos a quejarnos tanto de quien hemos elegido por mayoría absoluta.

Mariano Rajoy: Noshotrossssh hemossssh elavorado una sherie de gráficossssh, en losh que planteamossssh nueshtrosh proyectossssh a corto, medio y largo plazo. ¡Viva Esssshpaña! (eshto essssh tan coñazo como el desssshfile del día de la hishpanidad)

José Luis Rodríguez Zapatero: Os juro… desde el talante… que tenía por aquí… mis lista… de…proyectos, pero… en este momento… no tengo ni idea… de donde la he guardado… y eso lo digo… en total consenso… con alguien.

Feliz 2009 a todos y todas… y lo digo en serio ¿eh?

PD: Desde Izquierda Unida, como fuerza política minoritaria, nos quejamos amargamente de que no se nos haya invitado a esta exposición de propósitos para el nuevo año y aprovechamos para desearos una feliz Navidad en un estado laico y aconfesional.