Una vez hechas las presentaciones y explicaciones al respetable, Edu subió a las tablas como suele hacerlo, sin prisas ni aspavientos, y así empezó a sonar. Sinceramente, he oído pocas bandas que suenen tan a banda, tan compacta y uniforme como si el mismo músico tocara todos los instrumentos a la vez. Al estilo, tan negro como personal, de la voz y las cuerdas de Edu, ya estábamos acostumbrados muchos de los que estábamos allí. Otros, quienes lo veían por primera vez, se sorprendían a sí mismos boquiabiertos de admiración. Canciones de Muddy Waters, Howlin Wolf, Albert King y otros clasicos llenaron el repertorio de la noche. Albert Collin, Otis Rush y a veces Jimmy Rogers, incluso algún que otro chistazo de T-Bone Walker y B.B. King, parecían estar insuflando su influencia sobre las manos de Edu, que lo pasaba todo por el tamiz de su propio sello. Todo un gustazo.
A todo el mundo le maravilló la forma de tocar de Edu, a todos nos encantó su cante, no hubo nadie que no se diera cuenta de los musicazos que forma su banda... Pero el comentario más repetido de la noche fue el volumen. En una ciudad donde los amplificadores parecen tener solo una posición (.10), para el público fue toda una sorpresa salir de allí sin dolor de oídos y habiendo disfrutado de un gran concierto. Todo el mundo lo comentó, sobre todo los veteranos músicos que se dieron cita en Café del Cine, y que también fueron invitados por Edu. Mingo Balaguer, Lolo Ortega y Paco Martínez fueron subiendo y, como era de esperar, siendo respetuosos con las maneras marcadas por Edu.
Todos demostraron saber hacerlo igual de bien, incluso mejor, a la mitad de volumen al que suelen tocar, bien por gusto, bien exigencias grupales o del público. De Mingo, Paco y Lolo ya lo sabíamos. Sin más ánimo del de arrojar algo de cordura, diré que me habría encantado ver a algunos otros afamados músicos sevillanos.
Decía un viejo anuncio de televisión que la potencia sin control no sirve de nada. Si se fabrican coches capaces de alcanzar los doscientos por hora, no es para que los pongamos a doscientos por hora. Edu y los suyos saben que eso también ocurre con los amplificadores. No creo que sea síntoma de purismo -y si lo es me da igual- decir que el exceso de volumen es mejor dejarlo para otros géneros, y que demuestra más quien lo demuestra bajito.
Todos demostraron saber hacerlo igual de bien, incluso mejor, a la mitad de volumen al que suelen tocar, bien por gusto, bien exigencias grupales o del público. De Mingo, Paco y Lolo ya lo sabíamos. Sin más ánimo del de arrojar algo de cordura, diré que me habría encantado ver a algunos otros afamados músicos sevillanos.
Decía un viejo anuncio de televisión que la potencia sin control no sirve de nada. Si se fabrican coches capaces de alcanzar los doscientos por hora, no es para que los pongamos a doscientos por hora. Edu y los suyos saben que eso también ocurre con los amplificadores. No creo que sea síntoma de purismo -y si lo es me da igual- decir que el exceso de volumen es mejor dejarlo para otros géneros, y que demuestra más quien lo demuestra bajito.
Bien está que el idioma oficial de muchos de nuestros paisanos sea el grito, pero a la hora de subir a un escenario para tocar blues... Ojalá todos los músicos sevillanos hubieran asistido a este concierto con su cuaderno de notas en la mano. Como sé que algunos de ellos -puede que dos- leerán estas líneas, me gustaría, parafraseando al refranero, recordarles que no suena mejor quien suena más fuerte, sino quien menos volumen necesita.
Gracias, Edu Bighands & Whiskey Train, por unir a vuestro buen hacer, coherencia, elegancia, buen gusto y generosidad.
Algunas fotografías más en nuestro facebook: facebook.com/terminal.blues
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