viernes, 25 de junio de 2010

LAS VERDADERAS VÍCTIMAS DE CASTELLDEFELS

Da igual la fiesta a la que se dirigían, la edad que contaban, la nacionalidad que tenían. En Castells de Fer, trece personas han muerto y otras catorce han resultado heridas. Treinta personas decidieron hacer caso omiso a las señalizaciones, a los avisos de precaución, a las prohibiciones. Treinta seres pensaron que era más importante llegar pronto a la fiesta, que mirar por su propia seguridad.

Un juez ha analizado la caja negra del tren. Queda más que demostrado que la velocidad del vehículo era inferior a la permitida, y que se emitieron las procedentes señales acústicas. El maquinista ha dado 0’0 en la prueba de alcoholemia y demás sustancias prohibidas. Una cadena prohibía cruzar por superficie, a los pasajeros, que cuentan con un paso subterráneo para franquear las vías. A pesar de todo, trece muertos y catorce heridos.

En la playa, la gente festejaba La Noche de San Juan. Seguramente muchos esperaban la llegada de otros amigos. Hogueras encendidas, música, fiesta… Pero los amigos no llegaron nunca, porque treinta personas siguieron la ancestral cultura del “no pasa nada”. Porque la estupidez humana nos hace llegar a niveles de egoísmo que nos impiden pensar en las personas que dejamos aquí. Porque la imprudencia nos convierte en una manada de ñus, atravesando todos juntos por el mismo punto del río. Con la diferencia de que el ñu necesita ver al cocodrilo para prever el peligro, y nosotros, se supone, ya sabemos que hay tren aunque no lo veamos.

Da igual la fiesta, la edad o la nacionalidad de las víctimas. Lo que importa es que la ligereza de treinta personas ha dejado muchas víctimas: familiares, amigos, y un hombre que realizaba su jornada de trabajo, y que tendrá que vivir condenado a recordar que, a pesar de haberlo hecho todo bien, atropelló a veintisiete personas.


© Lucky Tovar

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues sí amigo Lucky, es patético que la gente se ciegue anteponiendo otros intereses de poco valor a su propia seguridad.Te lo digo yo, que me dedico ,para mi desgracia, a velar por la seguridad de los trabajadores y aún recuerdo el primer accidente que tuve que presenciar, a pesar de haber hecho las cosas lo mejor que me dejaban los que manejan los presupuestos.

Te aseguro que eso no está pagado y te hace perder el sueño.

Lucky Tovar dijo...

Lo que riza, ridículamente, el rizo de la inconsciencia, es que dos días después del accidente, aún estén deteniendo gente que sigue cruzando las vías por donde no debe. Ya es definitivo: somos idiotas.