martes, 24 de noviembre de 2009

EL ATÚN MÁS CARO DEL MUNDO

Llegada la encrucijada, difícil decisión: si pago el rescate y suelto a los dos detenidos, muchos se lo tomarán como bajada de pantalones, pero liberaré a los rehenes sin que sus vidas corran peligro; si intento la liberación por la fuerza, dejaré bien claro a los piratas que no accederé al chantaje, pero peligrará gravemente la vida de los secuestrados. La tercera opción era la vía diplomática, pero no se puede emprender esta vía con un país sin diplomacia, y mucho menos con unos delincuentes que, por definición, se mueven al margen de toda ley, sobre todo teniendo en cuenta que tampoco la hay en su país de procedencia. Llegados a este punto, la solución menos desagradable era la del pago del secuestro, y aprender de la experiencia.

Para sacar provecho de lo sucedido, habría que empezar por repasar los hechos: un atunero español decide saltarse las advertencias internacionales, saliendo del área de protección para faenar en una zona donde no se podía garantizar su seguridad. Como consecuencia, el atunero español La Alakrana es abordado por piratas somalíes, sin que las ayudas puedan llegar a tiempo, pese a los esfuerzos de una fragata de la marina española: los pescadores se encontraban demasiado lejos.
Los secuestradores deciden deshacerse del bote que remolcan, con dos de los piratas a bordo, que son detenidos y traídos a España por orden judicial del Juez Garzón. Esto hace que los delincuentes incrementen su chantaje, pidiendo casi el doble que en otros casos de secuestro de pesqueros.

En España, dos ministras se embarcan en absurdas discusiones sobre cual de las dos es más responsable de las torpes reacciones del gobierno ante el secuestro de La Alakrana, los familiares de los pescadores desesperan ante la aparente falta de diligencia del gobierno español, y Garzón dilata aún más la espera ordenando hasta siete análisis para dictaminar la edad de uno de los dos piratas detenidos. Después de muchos días de espera, sabemos que estos somalíes cuentan con el apoyo de un importante bufete británico de abogados que, al parecer, existe por y para este tipo de vandalismo ¿Porqué será que no me sorprende que tras un acto de piratería haya una empresa inglesa?
Los piratas, cuya impaciencia empieza a hacerse notar, deciden dar un paso más en su presión, haciendo desembarcar a algunos de los secuestrados, a quienes alojan, según algunas fuentes, en las casas de los dos piratas detenidos. En este punto, los familiares de los pescadores españoles deciden hacerse notar con más fuerza en los medios de comunicación: organizan manifestaciones y acusan públicamente al gobierno de no hacer nada. Ante la presión de los allegados a los tripulantes de La Alakrana, el gobierno, ahora sí, acelera sus actuaciones.

El lunes diecisiete de Noviembre, después de cuarenta y siete días de secuestro, salta la noticia: según la agencia de noticias Routers, los pitaras somalíes comienzan la liberación de los tripulantes de La Alakrana, tras haberse hecho efectivo el pago de casi tres millones de euros, exigido por los secuestradores. Atrás quedan muchas horas de inquietud, de espera, y de tener que asistir incongruencias como las de algunos partidos nacionalistas vascos, que exigen que los pesqueros de dicha comunidad sean protegidos por el mismo ejército español que quieren ver fuera del País Vasco. Sería interminable enumerar todos y cada unos de los despropósitos que, antes y después de los hechos, hicieron bueno el dicho: “Los unos por los otros y la casa sin barrer”.

No se trata ahora de culpar al capitán de La Alakrana por haber hecho caso omiso a las advertencias internacionales, pero al menos sería deseable que otros pesqueros tomaran nota del riesgo. Tampoco creo que sirva de mucho decirles a jueces mediáticos como Garzón, que mediten con calma sobre las consecuencias que pueden tener sus afanes de notoriedad. Como ya he dicho, estas cosas pasan, sobre todo, para que aprendamos de ellas, y prevenir así que catorce piratas vuelvan a poner en peligro la vida de treinta y seis pescadores españoles, y en jaque a todo un gobierno, que tal vez debería tomar en consideración la posibilidad de imitar las medidas tomadas por países vecinos como Francia. En este sentido, dice nuestro gobierno que sería demasiado caro incluir presencia militar en todos nuestros barcos que faenen en esa zona, pero no hacerlo nos ha costado casi tres millones de euros. Que fácil es pedir paciencia, solidaridad y apretones de cinturón, mientras el partido en el gobierno “da ejemplo” organizando bonitos shows a la americana. Pero esa será otra columna.

© Lucky Tovar

4 comentarios:

Mario dijo...

Un submarino con unos cuantos comandos especiales y se habría acabado pronto. Veo mucha televisión. jajaja

Paquisto dijo...

Y digo yo: Si el Alakrana es de una empresa privada, que pinta el gobierno como si fuera el responsable. Por que creemos que todo lo que nos pase fuera de España es asunto de Estado y culpa del gobierno? Si a mi me roban la cartera en Japón pido una fragata del ejercito para buscar al responsable??. me parece que a veces solo vemos lo que nos enseñan.... y me incluyo. Besazos. Paquisto

Lucky Tovar dijo...

Saludos y un fuerte abrazo, Paquisto. Naturalmente, si te roban en Japón no vas a pedir apoyo militar español, pero un barco español (militar o no) en aguas internacionales, se considera legálmente suelo español, igual que las embajadas. Solo un dato: de los 12 pesqueros que siguen secuestrados por piratas somalíes, ninguno es francés. Los piratas salen pitando a poco que ven un uniforme y un arma.

Anónimo dijo...

He oido que el Alakrana no llevaba bandera española , no sé si es cierto .
Para efecto, el Alakrana también era un barco pirata .
Un abrazo Lucky

:) Pilar