miércoles, 8 de julio de 2009

AUTO DISCRIMINACIÓN. Del cinismo al exhibicionismo

Tanto por la educación recibida como por los principios adquiridos, nunca he considerado que la tendencia sexual de alguien sea un elemento diferenciador. La moderación es la clave de todo, la normalidad debería llegar a cuotas tales, que ni siquiera tuviéramos que nombrarla. Ser homosexual, heterosexual o bisexual, tendría que ser tenido tan en cuenta como el hecho de tener dos brazos terminados en dos manos con cinco dedos cada una. En ese sentido, no veo en qué podría ayudar la organización de un “Día del orgullo de quienes tienen dos manos”.

Mi amigo Antonio es de raza gitana, pero no es “mi amigo el gitano”, sino “mi amigo Antonio”. Tanto él como yo, debemos ser conscientes de que tenemos costumbres iguales y costumbres diferentes, no por ser de razas distintas, sino porque esa es la condición humana. Sabemos que nuestras familias, como nosotros, reaccionan de forma diferente ante según que hechos, lo tenemos en cuenta y procuramos no insultarnos sin querer; y lo conseguimos, gracias al conocimiento mutuo.

A diario dialogo con personas, seres humanos, que además de eso son hombres o mujeres, pero nunca converso con hombres o con mujeres, sino con personas. Solo los animales en época de celo se comportan diferente según traten con machos o con hembras. Cuando el comportamiento de algunos me recuerda al documental que vi sobre técnicas de apareamiento del pavo real, siento vergüenza de compartir especie y espacio, con semejantes elementos del siglo XIX.

Tampoco distingo a mujeres trabajadoras de hombres trabajadores, y menos aún entiendo que se quiera vender “el día de la mujer trabajadora”, como si de verdad fuera un gesto de igualdad. La hipocresía de la clase política es a veces tan sutil, que las mujeres llegan a creerse que es bueno, para conseguir la igualdad, diferenciar un día especial para ellas, separado del día de los trabajadores, que ya existe, y que representa a todo ser humano trabajador. La igualdad debe perseguirse con todas las consecuencias, en todos los ámbitos y para todos por igual.

No hay ninguna diferencia entre dos seres humanos, que justifique agravio comparativo alguno. Desde esa premisa debería partir toda idea de igualdad, pero dicha igualdad debe ser practicada por todos, también por las personas y los colectivos históricamente discriminados. La expresión “discriminación positiva”, es tan absurda y contradictoria como injusta y cínica. Buscar la supremacía de quienes fueron injustamente aislados, no es positivo, sino vengativo. El rencor no es el camino hacia nada que nos vaya a enriquecer como personas. En cuanto a quienes buscan la excepción de supuestos hechos diferenciales, habría que recordarles que quien primero utilizó la expresión “hecho diferencial”, fue Adolph Hitler, en su libro “Mein Kampf” (Mi Lucha).

© Lucky Tovar

2 comentarios:

Y yo qué sé dijo...

Muy buen artículo.

Anónimo dijo...

Estimado Lucky:
Como siempre que escribes, metes el dedo en la llaga, profundizas hasta el fondo y no haces reflexionar sobre nuestro comportamiento y nuestro decir que tánto difiere lo uno de lo otro..
Espero y deseo que poco a poco lleguemos a ése punto de tratar a tod@s por igual sin falsos tabúes ní hipocrecia, por pertenecer a una raza u otra, y tratarlos como bien dices, tal como son... Personas!!!
Gracias una vez más por tus excelentes opiniones..
Besitos y feliz semana.
Ana