viernes, 17 de diciembre de 2010

ADIOS, MAESTRO EDWARS

Blake Edwar:
Desayuno con diamantes, La Pantera Rosa, 10 La mujer perfecta, El Guateque, Una cana al aire…

Nos ha dejado un genio del cine. Escritor, guionista, productor, director… Pero sobre todo, maestro de maestros, que influyó de tal manera, que seguimos viendo su mano en muchos cineastas actuales.

Se nos ha ido uno de los grandes. Capaz de hacer reír con tal sencillez, que ha nadie se le ocurría antes que a él, pero capaz también de hacernos sentir y pensar al mismo tiempo. Capaz de crear un gag con un zapato que se cae al agua, rematarlo y volverlo a rematar… “pero sabiendo ver donde empieza la exageración”, como él mismo decía.

Se ha muerto un creador, que supo contar historias tórridas de manera que fuesen para todos los públicos, y elevar lo más inocente al nivel de la irreverencia. Capaz de homenajear al cine mudo, al mismo tiempo que le daba el protagonismo a unas notas musicales.

En una ocasión, cuando un periodista le preguntó “qué es un gag”, se quedó unos segundos en silencio, y después, mirando seriamente al periodista, le contestó… “¿Usted es tonto?”. A las risas del periodista, Edwar le aclaró… “¿Ves? Esto ha sido un gag”.

Blake Edwar nos regaló momentos inolvidables. Unos llenos de humor, otros impregnados de esa sensualidad sugerente que no todos se atrevían a incluir en sus películas. Hizo muchas cosas, todas las hizo bien, y ayer se nos fue. Ya sé que va a sonar a tópico pero, quienes amamos el cine nos quedamos un poco huérfanos.

Nos quedan sus películas, su recuerdo, y la seguridad de que, si no existe un más allá, alguien tendría que inventarlo para él. Eso sí: ojalá le permitan, al maestro, diseñar este más allá. Seguro que así es mucho más divertido.

© Lucky Tovar

lunes, 8 de noviembre de 2010

FULATINO por mi padre, DE TAL por mi madre

El Congreso está estudiando la posibilidad de cambiar la política de registro, y acabar con la obligatoriedad de utilizar primero el apellido del padre y después el de la madre. Esto traerá consigo muchas más consecuencias, positivas o negativas, de las que se me puedan llegar a ocurrir. Como no es cuestión de ponerme a indagar más de la cuenta, y además no me apetece, me ceñiré a lo que alcanza mi limitado conocimiento.

Es muy posible que la mayoría no nos paremos a pensarlo pero, eso de los apellidos, y el orden hasta ahora establecido, no responde a ningún capricho, sino que obedece a la necesidad de tener fácil acceso a la información más básica de todo ciudadano. ¿Por qué poner primero el apellido del padre? Está claro que esta ordenación se creó en una etapa de nuestra historia en la que era evidente la supremacía del hombre sobre la mujer.

¿Machismo? Bueno… habría que plantearse si se puede llamar machista a una postura tomada cuando aún no existía ese concepto. El hecho de tachar de sexistas a personajes de una época tan lejana, no deja de ser un acto de anacronismo retroactivo. Está claro que hay errores que, conscientes o no, hay que subsanar de la mejor manera posible. También está claro que el cambio de normativa en cuanto al registro de recién nacidos, podría conllevar una importante pérdida de esa facilidad de acceso a la información de la que hablé antes.

A lo mejor tenemos que plantearlo de otra forma. A lo mejor es que no nos damos cuenta de que estamos llegando a ser, valga la expresión, más papistas que el Papa. A lo mejor no nos estamos dando cuenta de que, lo que deberíamos medir no es la intención con que se tomaron ciertas decisiones, sino la intención con que miramos, hoy día, esas decisiones. Incluso admitiendo el machismo de quienes decidieron anteponer el apellido del padre al de la madre, me parece mucho más positivo tener en cuenta que dicha decisión, ya no supone, hoy día, ningún agravio sexista.

El cambio propuesto al Congreso consiste en la posibilidad de utilizar el apellido del padre o de la madre, según decisión de ambos. Si no se ponen de acuerdo, se utilizará el orden alfabético. Lo siento por los Zamorano, Zaudín, Zalamea… apellidos que se perderá, en pocas décadas. Perdida de información, desaparición de apellidos… son solo dos de los muchos puntos de vista desde los que se puede mirar la propuesta que se discute en el Congreso, pero hay otro, aún más a tener en cuenta: ¿qué tal si discutimos esos asuntos cuando no haya otros mucho más importantes para nuestro futuro?

© Lucky Tovar

jueves, 26 de agosto de 2010

ACCIÓN DE GUERRA

En Afganistán, un infiltrado en las fuerzas militares españolas, haciéndose pasar por conductor, mató a tiros a dos miembros de la Guardia Civil y a un traductor civil. Tres víctimas más del conflicto afgano-talibán. Tres vidas sesgadas en lo que el gobierno español ha llamado “atentado terrorista”.

Ahí estaba Rubalcaba, en vez de Carmen Chacón. El Ministro de Interior, en vez de la Ministra de Defensa. El que manda en las fuerzas de seguridad, en vez de la que manda en el ejercito. Ahí estaba, contándonos que “el terrorista sabía muy bien lo que hacía y actuó de forma premeditada”. El mismísimo Perogrullo, en persona, estaría muy orgulloso de las palabras de Don Alfredo Pérez (Rubalcaba).

Y es que nuestro gobierno sigue negando que lo de Afganistán sea una guerra. Lo pueden decir USA, Reino Unido y hasta los hobbits de La Comarca. Los ZPistas no se dan por enterados, o por vencidos, y siguen queriendo disfrazar lo indisfrazable. Claro, eso pasa cuando ganas unas elecciones apoyándote en un atentado terrorista, el de Atocha, que ese sí que lo fue. Pero lo de Afganistán está tan claro, que resulta cómico mentir de esa manera.

Fuerzas militares de varios países, entre ellos España, participan en un conflicto fuera de sus fronteras. No hablamos solo de cascos azules, sino de infantes de marina, guardias civiles, legionarios… Vamos, lo que viene siendo una guerra. Lo que pasa es que los ZPistas han sacado tanto rédito político de otras guerras, que ahora les da vergüenza admitir que participamos en una.

Pero la vergüenza era verde, y se la comió una vaca. Ya no vale negarlo, ya no sirve ningún tipo de pudor. Ya es hora de que se vistan con la presencia política de la que presumen, hagan gala del valor del que carecen, y llamen a las cosas por su nombre. España participa en un conflicto bélico, fruto del cual, un soldado enemigo ha matado a tres españoles en una acción de guerra.

Se llama así, acción de guerra, y no atentado terrorista, por mucho que lo anuncie Rubalcaba en vez de Chacón. Se llama acción de guerra, porque es una guerra lo que hay en Afganistán. Una de esas guerras que sirvió a ZP y sus ZPistas para rellenar medio programa electoral improvisado. Como dicta la hipocresía política y el cinismo ZPista, hay guerras aceptables y guerras inaceptables. España sigue en Afganistán, y toda aquella movida intelectualoide, que lo llenaron todo de pegatinas, caen en la cuenta de que la frase de estas pegatinas no estaba completa. Deberían haber escrito “NO A LA GUERRA Excepto las bendecidas por ZP".

© Lucky Tovar